vividos, viajados o sencillamente imaginados






domingo, 28 de diciembre de 2008

inocentes


No es exclusiva de niños... Solo que estos otros ya no son víctimas, porque han elegido.


“En Santo Domingo,
la misa mayor.
Aunque me decían
Hereje y masón,
rezando contigo
¡cuánta devoción!
escribía Antonio Machado, pensando en su amor. Pero ¿cómo es que no miró hacia arriba de ese mismo pórtico de Santo Domingo de Soria, hacia los inocentes niños masacrados pero también hacia la orquesta eterna y los eternos laudes que allí cantan otras figuras de bienaventurados frente por frente del sufrimiento de los pequeños y la desesperación de sus madres enloquecidas?



Si lo hubiera hecho, habría encontrado incluso una consistencia para anclar sobre ella el amor mismo y todos los otros afanes humanos: que no son vanos, se nos dice allí”.

José Jiménez Lozano, Guía espiritual de Castilla

miércoles, 24 de diciembre de 2008

feliz incongruencia

¡Si gusta o no la Navidad! La opinión está tan dividida que resulta igual de tópico lo uno y lo otro. Incluso preguntarlo. Es indiscutible la veracidad de la nochevieja, pero lo de la nochebuena, mucho suponer ¿no?

Pues ahí estaremos, que siempre se puede pasar el trago con un poco de imaginación, aunque sea sobrevenida o tomada de prestado. Y además, el trago puede acabar siendo más que bueno, lo mejor.

"Gustavo entró en la Nochebuena con desesperación. No tenía a nadie ni quería ir con mujeres fáciles aquella noche, porque se ponen a llorar en cuanto dan las doce (...). "La mujer que pase esta noche sola me admitirá si yo llamo a su puerta." ¿Pero qué mujer pasaba aquella noche sola? (...) Dorotea Caser, la esposa del marino.
Buscó él en sus labios el sabor a estuche que tenían sus besos, pues sus besos estaban guardados en el estuche morado de las joyas que esperaban la fiesta de la vuelta del esposo (...) De pronto se comenzó a correr la cortinilla de azogue de un espejo y se vio un naufragio...
-Vete, acaba de irte... Si no no habrá salvación -volvió a gritar ella, salvando el barco como si fuese su patrona.
Cuando Gustavo salía ya por la puerta, vio que el barco por fin se atravesaba bien en las aguas (...) Impresionado por aquel suceso inesperado, se dirigió a las tabernas de la noche y acabó siendo él el marino borracho de la Nochebuena.


Ramón Gómez de la Serna, El incongruente

viernes, 19 de diciembre de 2008

ni una palabra de más

Tengo la sensación de que pocas veces se ha alcanzado tal identidad entre una región y un libro como en "Viaje a la Alcarria". "La confusa andadura de un libro sencillísimo", comienza el autor. Es la andadura del libro de viajes, entre la novela y la geografía, y la sencillez como virtud del artista.
"En la novela vale todo, con tal de que vaya contado con sentido común; pero en la geografía, como es natural, ya no vale todo, y hay que decir siempre la verdad, porque es como una ciencia", explica Cela poco más adelante. Por si quedan dudas.




"La Alcarria es un hermoso país al que a la gente no le da la gana ir. Yo anduve por él unos días y me gustó... La gente me pareció buena; hablan un castellano magnífico y con buen acento y, aunque no sabían mucho a lo que iba, me trataron bien y me dieron de comer, a veces con escasez, pero siempre con cariño". (...)

Camilo José Cela, Viaje a la Alcarria

domingo, 14 de diciembre de 2008

la declaración

Las mismas sensaciones desde el recuerdo, tal vez porque ellos llegaron a Helsinki como Ganivet, con el mes de diciembre agazapado en la aduana. Nunca quisieron imitarle en su misión de cónsul, aunque en la carpeta llevaban un mandado de tintes diplomáticos. Aquello sonaba a matrimonio de estado: todo se reducía a arrancar un sí. Oir la sílaba ansiada, recoger credenciales y poner rumbo al Sur fue todo uno: Aranjuez les esperaba con impaciencia de novia.



"El frío. Voy a sorprender a mis lectores diciéndoles que aquí no hace frío. Dentro de las casas se vive en perpetua primavera, y en la calle, envuelto en pieles, suda uno más que en verano. Sólo la cara, que tiene que ir al descubierto, se resiente de las caricias un tanto brutales de la nieve y el viento. ... Aún no he visto tiritar a nadie...



Lo que angustia más no es el frío; es la falta de sol: más luz da el suelo nevado que el cielo gris, triste como el rostro de un mudo; a veces una mancha rojiza marca el sitio por donde el sol quiere asomarse; algún día el sol luce al fin; pero sus rayos no calientan ni dan vida al paisaje, siempre silencioso, solemne. La primera impresión que me produjo este país fue de tristeza. Llegué en invierno, y los campos, como los lagos, como el mar, estaban sepultados bajo la nieve... El hombre pasa sin dejar apenas rastro...



Cuando empieza a caer la nieve, la atropellada vida estival, disparada como castillo de fuegos artificiales, se desvanece, dejando tras de sí, por testigos, los árboles convertidos en esqueletos. Finlandia es triste; pero su tristeza engaña al hombre y le hace creer que vive contento. El período de las nieves es propicio para soñar aletargado, como reptil que hace su laboriosa digestión, y al salir del letargo se cae en la embriaguez de los días interminables. La gente del país tiene acaso el presentimiento de esta vida; pero el meridional tiene fijo el recuerdo, que a veces asalta violentísimo, y produce la incurable nostalgia".

Ángel Ganivet, Cartas finlandesas

lunes, 8 de diciembre de 2008

fuera de mapa (VI) Malcolm Lowry

La naturaleza persigue las vidas de Huge, Ivonne y Geoffrey (el cónsul), se filtra en sus pensamientos, trenza sus conductas. Así son las nubes, la rama, la sombra. Ya se anuncia en el título de la novela que acompañó a Lowry durante su existencia. Lowry y su novela, ambos escritos, perdidos, reescritos, dispersos. Tozudo esfuerzo.



"Contempló las nubes: oscuros caballos veloces se movían en el cielo. ¡Sombría tempestad que se desataba a destiempo! Así ocurría con el amor, pensó; el amor que llega demasiado tarde. ¡Sólo que a éste no seguía la calma, como cuando la fragancia vespertina o el rayo de sol, lento y cálido, vuelven a la tierra sorprendida! Y si tal amor de pronto nos enmudece, nos ciega, nos enloquece o nos mata: con encontrarle un símil no vamos a cambiar nuestro destino. Describir el amor tardío no apaciguaba sed alguna".

"(Algunos mezcales más tarde). Desde diciembre de 1937 cuando te fuiste… me he propuesto combatir el amor que siento por ti. No me atreví a someterme a él. Me he asido a cada raíz y rama que me permiten cruzar solo este abismo de mi vida, pero no puedo engañarme más".



"No tengo casa, nomás una sombra. Pero cuando necesites una sombra, mi sombra es tuya".

Malcolm Lowry, Bajo el volcán

martes, 2 de diciembre de 2008

el destierro

De aquella llegada del Cid a Cardeña perdura poco más que el paisaje. El vínculo entre la figura y el monasterio fue tan intenso que el crecimiento de la obra se convirtió en un perpetuo homenaje al héroe medieval. Se ha sugerido incluso que el poema a su memoria se escribió entre estos sillares.
Los cambios en San Pedro de Cardeña son tales que no permanece ni la orden monacal de aquellos tiempos. Cuando el Campeador campea por estos campos, camino del destierro, a San Bernardo de Claraval (fundador de la orden cistericiense que actualmente rige el monasterio) aún le quedan unos años para venir al mundo.
Pero como decía, el paisaje en su rigor y mesura y a su modo pervive. Es el dueño de las historias convertidas en leyenda y el guardián de la condición castellana, y eso que le han cambiado el ritmo, pues nada queda del galope del Cid y los suyos en esta invitación al paseo.

"En San Pedro de Cardeña, allí nos cante el gallo;
Veremos a nuestra mujer honrada hijadalgo.
Abreviaremos la estancia y dejaremos el reinado.
Mucho es menester, que cerca viene el plazo.

Gran yantar le hacen al buen Campeador.
Tañen las campanas en San Pedro a clamor.
Por Castilla, oyendo van los pregones;
Cómo se va de tierra mío Cid el Campeador;
Unos dejan casas y otros honores.
En ese día, en el puente del Arlanzón,
Ciento quince caballeros todos juntados son;
Todos demandan por mío Cid el Campeador.
Martín Antolínez con ellos se unió.
Vanse para San Pedro do está el que en buen punto nació"

Poema de Mío Cid

jueves, 27 de noviembre de 2008

mitología manchega

Fueron entonces los días en que llegó a este rincón, desde la florentina Piazza della Signoria, un rapto de sabina por abrazo de varón. Hoy aquel abrazo es rapto en plaza española, en casino de horas presurosas, entre reojos al reloj, relevo de vasos y conversaciones que siempre son promesa.
Y dicen que por menos de lo que entonces contó -y cómo- García Pavón, fue prohibido Henry Miller en los tiempos de la censura.

"Manuel González, alias Plinio, jefe de la GMT, y su amigo y cooperito Don Lotario, el que las bestias curaba (y lo digo en pretérito, porque desde la rebelión de los tractores su profesión de veterinario quedó hueca), luego de haber tomado café, copa, faria y consumido todos los turnos imaginables de conversación con amigos y allegados, salieron del Casino de San Fernando para estirar un poco las piernas (...).

Sabido es que en los pueblos, e incluso en las capitales importantes, si no hay faena, los pantalones se arrugan que es un dolor. Cuando en los casinos se está mucho tiempo, todas las energías del cuerpo se van en bostezar, hacer aguas, echar pitos y castigar las entrepiernas de los zaragüelles. En los casinos de los pueblos se ven muchos bordes de braguetas amarillentos por el pis, otras tantas bocas abiertas expeliendo esos suspiros de goma con olor a especias que son los bostezos. Hay bostezantes muy machos que se quedan con la boca abierta mucho rato y la lengua abatida entre las ringlas de muelas pajizas, como si quisieran tragarse la tarde de una puñetera vez".
Francisco García Pavón, El rapto de las sabinas

sábado, 22 de noviembre de 2008

peregrinos



No es frecuente que un escritor justifique su inspiración y trufe su poesía con una exposición de motivos. Más aún si este escritor es del siglo XIII.
¿Cómo serían las metas del peregrino por entonces? Sin Obradoiro barroco. Sin Vaticano miguelangelesco ni berniniano. Tornadizo aspecto de las ciudades sobre el que prevalece el sentimiento.



“Y escribí el soneto que comienza Peregrinos que pensando vais. Y dije “peregrinos” según el sentido estricto: en sentido amplio peregrino es todo aquel que está fuera de su patria; en sentido estricto, sólo es peregrino quien va hacia la casa de Santiago o vuelve de ella. Conviene saber que las gentes que caminan para servir al Altísimo reciben propiamente tres nombres: se les llama palmeros si van a ultramar, de donde muchas veces traen la palma; peregrinos, si van a Galicia, ya que Santiago fue sepultado más lejos de su patria que ningún otro apóstol; romeros, si van a Roma, que es adonde iban estos que llamo peregrinos.
No divido este soneto, pues lo explica suficientemente su razón.

Peregrinos que pensando vais en algo que quizá no está presente,
¿venís de tan lejana tierra, como vuestro aspecto muestra,
que no lloráis al cruzar la ciudad doliente por su centro,
como personas que nada parecen comprender de su tristeza?
Si os quedáis a oírlo, el corazón entre suspiros me dice que luego marcharéis llorando.
La ciudad ha perdido a su Beatriz;
y las palabras que pueden decirse de ella tienen el poder de hacer llorar a los demás”.

Dante, La vida nueva

martes, 18 de noviembre de 2008

y vivir sin verlo

"Estar satisfecho de todo no posee el encanto que supone mantener una lucha justa contra la infelicidad, ni el pintoresquismo del combate contra la tentación o contra la pasión fatal o una duda. La felicidad nunca tiene grandeza (...)"
"La máquina gira, gira, y debe seguir girando siempre... las ruedas deben girar continuamente pero no al azar".

Ya se sabe, ojos que no ven... Pero pasado el tiempo se ha comprobado que el soma no es cien por cien efectivo. Por ejemplo, hay propuestas para cobrar entrada a la puerta de los campos de etiqueta (llámense parques naturales o reservas de la biosfera).
Huxley ahí no estuvo ágil: lo del desarrollo sostenible se le escapó.

"Londres se empequeñecía a sus pies. En pocos segundos, los enormes edificios de tejados planos se convirtieron en un plantío de hongos geométricos entre el verdor de parques y jardines (...)

Las prímulas y los paisajes, explicó, tienen un grave defecto: son gratuitos. El amor a la naturaleza no da trabajo a las fábricas. Se decidió abolir el amor a la naturaleza ... pero no la tendencia a consumir transporte. Porque era esencial que siguieran deseando ir al campo aunque lo odiaran".
Aldoux Huxley, Un mundo feliz


miércoles, 12 de noviembre de 2008

ver sin vivir



"No tuve más remedio que apencar con Viella, capital del valle de Arán, que como paisaje de valle, dudo mucho que haya nada semejante en el mundo, pero que como secretaría judicial… En los tiempos (1927) en los que fui a tomar posesión de mi destino, por el mes de noviembre, para llegar a Viella había que pasar por Francia, porque el valle de Arán quedaba incomunicado por las nieves con España...
Llegamos a Viella una tarde a las cuatro.
-Vamos a la fonda –insinuó el juez-; vendrán ustedes cansados. Nos sentaremos a la lumbre, que ya va haciendo fresco.
Lo que hacía era un frío endemoniado. (…)
-¿Cenarán ya? – pregunto.
-¿Ya?
Miré el reloj. Las cinco menos cuarto. El juez sonrió.
-Aquí la costumbre es cenar a estas horas, porque en cuanto es de noche el frío impele a uno a la cama.
-Pero ¿a que hora impele?- me atreví a demandar.
-Pues sobre las ocho. Antes solemos jugar una partida de tute. (…)
-Dígame, señor juez ¿y mañana a qué hora sale el autobús para Foix? …
-¿El autobús? ¿Mañana? … ¿Por qué lo pregunta usted?
-Por nada, porque yo, con el permiso de usted, pues mañana, a la hora que salga el autobús…, a lo mejor… pues nos vamos de aquí mi mujer y yo.
-Pero ¿adónde?
-¿Cómo que adónde? Adonde sea, a Francia, a España, a París, a Madrid...; pero acostarme a las ocho de la noche, de ninguna manera.
… Y nos fuimos al día siguiente a las siete en punto de la mañana”.

Antonio Díaz-Cañabate, Historia de una taberna






Lugares que vemos y no vivimos. Es divertido y aventurero y culto cambiar de aires unos días, observar con altivez de entendido las costumbres del paisanaje, preguntar por sus sencillas condiciones de vida, pasear entre la rusticidad de sus viviendas. Todo en las antípodas de las comodidades de ciudad, para convertirse en tema de conversación de trotamundos ocasional ya ansioso de regreso. Son rincones perdidos que nos venden bajo el lema "con encanto", falsos descubrimientos que compramos para alimentar nuestra frivolidad.

viernes, 7 de noviembre de 2008

la maja desnuda

Quitarse la ropa y quedar despojada de su rango de catedral fue todo uno. La Seu Vella, desdeñosa de retablos y altares, relicarios y baldaquinos, muestra sus líneas en la cima de Lérida, templada en su sangre, su nervio y su hueso ...


Y así ha cautivado el ojo del gentil, ese que no se encandila con la que se asienta en los bajos de la ciudad, la oficial, catedral antes monalisa que maja vestida, la de túnica talar de seda, gélida, neoclásica, la que no se asoma por estas páginas.


"La catedral es un cascarón vacío (...) Pero la desnudez realza su arquitectura. Al ser ésta lo único a la vista, su estilo es más evidente y sus detalles se pueden apreciar mejor; desde las bóvedas a las columnas, desde los nervios de aquellas al espectacular cimborrio que da luz a todo el templo y el altar.

El claustro se abre a los pies del templo... El viajero está tan impresionado que sólo tiene ojos para los afiligranados arcos, altos como si fueran de triunfo y anchos como miradores, y para la vegetación que se atisba a través de ellos... "

Julio Llamazares, Las rosas de piedra

lunes, 3 de noviembre de 2008

la línea roja

Y me dirás que no valen metáforas ni símbolos.

Pues aunque fuera un cadáver desnudo
por la presión del deseo estoy mudo
esta es la ley del embudo
sí señor.
Y con los brazos en cruz
te me haces transparente
y eres como una balanza
con las pesas
colgando por dentro.
Y siento agujas de hielo
en tu aliento
y sé que hay gente
esperando en la calle
eres un valle salado
yo soy noctámbulo viento.
Dices que soy un vulgar caradura
pero tú te aprovechas de la luz al bailar
y se te ve la costura
de hilo rojo infinito.
Radio Futura, 37 grados

martes, 28 de octubre de 2008

un dublinés

En días como éstos, de difuntos y santos, Joyce ordena con sus palabras nuestros pensamientos.

"Sin embargo, -continuó Gabriel, con una inflexión más delicada-, las reuniones como ésta no pueden evitar el acoso de pensamientos más tristes, rememoraciones del pasado, de la juventud, de cambios, de rostros que esta noche echamos de menos. Nuestro paso por la vida está profusamente sembrado de tan tristes memorias a las que acudimos con melancolía siempre que nos resulta imposible hallar el modo de afrontar con coraje nuestra labor entre los vivos. Todos tenemos deberes y afectos que re­claman, con razón, nuestro esfuerzo más cons­tante y tenaz. De modo que no me entretendré en el pasado. No permitiré que ningún tétrico moralismo se introduzca esta noche entre nosotros".

James Joyce, Los muertos

lunes, 27 de octubre de 2008

otro dublinés

Joyce lleva a imprenta un callejero en el que sitúa con minuciosidad cartográfica el desarrollo de la acción, de tal modo que la fisonomía de la ciudad se nos representa en los personajes que acoge.
Perspicacia e introspección son derroche de artista: Joyce es el único responsable de que Dublín sea una ciudad tan bien contada.
Sus personajes son además universales y atemporales, tanto que nos recuerdan a alguien, y un poco más allá, incluso a él mismo.

"Trató de sopesar su alma para saber si era un alma de poeta. La nota dominante de su temperamento, pensó, era la melancolía, pero una melancolía atemperada por la fe, la resignación y una alegría sencilla. Si pudiera expresar esto en un libro quizá la gente le hiciera caso. Nunca sería popular: lo veía. No podría mover multitudes, pero podría conmover a un pequeño núcleo de almas afines… Persiguió sus sueños con tal ardor que pasó la calle de largo y tuvo que regresar... La luz y el ruido del bar lo clavaron a la entrada por un momento."

James Joyce, Una nubecilla

jueves, 23 de octubre de 2008

morriña


Morriña, como el gato que quería ser león...


“Cuando un hombre consigue llevar a la fraga un alma atenta, vertida hacia afuera, en estado –aunque transitorio- de novedad, se entera de muchas historias. No hay que hacer otra cosa que mirar y escuchar, con aquella ternura y aquella emoción y aquel afán y aquel miedo de saber que hay en el espíritu de los niños”.


"La fraga es ella misma un ser compuesto de muchos seres. Como la ciudad. Pero es más varia que la ciudad, porque en la ciudad el hombre lo es todo y su carácter se imprime hasta el panorama urbano, y en la fraga el hombre resulta apenas un detalle del que se puede prescindir.


Hasta no es muy seguro que el hombre sea también en la fraga la conciencia de la naturaleza, porque cuando el lagarto se queda inmóvil, como una joya verde y añil abandonada sobre una roca, o la urraca se detiene en un árbol a mirar con sus ojos pequeñitos los charcos que brillan y las hojas que tiemblan, o el penacho apretado y tierno de un pino de cuatro años se asoma sobre el tojo, podría jurarse que de alguna manera sienten en su sangre o en su savia la dulzura, el misterio y el encanto de aquel lugar”.

Wenceslao Fernández Florez, El bosque animado



El bosque se ha transplantado al cine en dos ocasiones. Hay una película de hombres y otra película de animales. Dos cintas que no se contradicen. Ambas reflejan la vida en el bosque, más aún, el particular universo gallego. En ambas la vegetación y el suelo, el aire y el agua resultan elementos comunes, aglutinantes, interlocutores. Afirma el escritor que el bosque está compuesto de muchos seres, pero esa mezcla sólo existe en la realidad y en la ficción literaria. El cine, honesto, sin recurrir a trucos rogget rabbit, ha tenido que desdoblarla. Supuestas carencias y querencias sentidas.

sábado, 18 de octubre de 2008

geografía política

Geografía cuadriculada. Cuadratura del planeta. Trazo a cordel con pasado colonial. Geometría con obra maestra en las sublimes cuatro esquinas de los usa.



Australia
. País que se encuentra en los mares del Sur y cuyo desarrollo industrial y comercial se ha visto inexplicablemente retrasado por una inoportuna disputa entre los geógrafos sobre si se trata de un continente o una isla.

Camino. Franja de tierra por la cual uno puede desplazarse desde el aburrido lugar donde se encuentra a otro punto al que es inútil llegar.

Diestra (a la). Estado de encontrarse en el lugar apropiado (Véase Político).

Divorcio. Reanudación de las relaciones diplomáticas y rectificación de las fronteras.

Exiliado. El que sirve a su país residiendo en el extranjero, aunque no es embajador.

Extranjero. Perteneciente a un país inferior.

Frontera. En política, línea imaginaria entre dos naciones, que separa los derechos imaginarios de la una de los de la otra.

Geógrafo. Que puede explicarnos despreocupadamente la diferencia entre el exterior del mundo y el interior.

Inmigrante. Persona desinformada que cree que un país es mejor que otro.

Istmo. Sede de un canal.

Metrópolis. Baluarte del provincianismo.

Probable. Que, cuando lleguemos al cielo, encontremos que otros ya se han apropiado de las mejores parcelas considerándolas “tierras deshabitadas”.

Puerto. Lugar en el que los barcos que se refugian de las tormentas se ven expuestos a la furia de las aduanas.

Ambrose Bierce, El diccionario del diablo (trad. V. Campos)


En ocasiones puede Bierce resultar desfasado, pero gran parte de las acepciones de su diccionario son de alcance universal. Rotundamente universal si nos fiamos de Henry Miller, para quien no debe faltar en la biblioteca de un manicomio.

Bierce atrapa la sátira, el cinismo bien entendido y el ingenio, y más allá de sus columnas periodísticas (hay un fructífero periodo en que trabaja a las órdenes de un entonces joven Randolph Hearst) envasa -en el hoy tan in género del diccionario- un catálogo de términos cuya acepción correcta, políticamente correcta, ignorábamos: dispuestos en orden pero sacados de quicio, para que entendamos todo de una vez por todas.

lunes, 13 de octubre de 2008

la ciudad de la luz

Así proclaman las mayúsculas en los folletos de las agencias de viaje.
Nada que ver con el viaje al fin de la noche.
Es éste un viaje, en toda regla, fuera de mapa.
Un viaje que no se oferta.
Un viaje que podría ser un viaje a cualquier sitio.
Y Céline que insiste: es París.
"En el gran abandono lánguido que rodea la ciudad, allí donde la mentira de su lujo va a chorrear y acabar en podredumbre, la ciudad muestra a quien lo quiera ver su gran trasero de cubos de basura. Hay fábricas que eludes al pasear, que exhalan todos los olores, algunos casi increíbles, donde el aire de los alrededores se niega a apestar más. Muy cerca, enmohece la verbenita, entre dos altas chimeneas desiguales; sus caballitos pintados son demasiado caros para quienes los desean...

Todo son esfuerzos para alejar de aquellos lugares la verdad, que no cesa de volver a llorar sobre todo el mundo; por mucho que se haga, por mucho que se beba, aunque sea vino tinto, espeso como la tinta, el cielo sigue siendo igual allí, cerrado, como una gran charca para los humos del suburbio".

Louis Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche

domingo, 5 de octubre de 2008

naturaleza de mínimos

Cierto que me han sorprendido la reflexión y la descripción de Fernán Caballero. Como huída del tópico del paisaje pintoresco, bien, al fin y al cabo ella es uno de los referentes de la literatura realista. Otra cuestión es que por distinto camino alcance la contemplación del paisaje en término semejante a como lo hizo el Romanticismo. Y a buen seguro que el camino de la escritora es más corto.

Ornamentos los imprescindibles, dramatismo el justo. Esta naturaleza de mínimos, que tampoco pide mucho, pone en guardia los sentidos y despabila el corazón.

"Se alegraba su ánimo al contemplar aquel espléndido cielo, pues como dice Lamartine, allí donde el cielo sonríe, impulsa al hombre a sonreír también. Admiraba horas enteras la reventazón de las olas del mar, que en tan airoso y grave movimiento se henchían para extenderse en espumoso torbellino sobre la dorada arena. Complacíase en observar las formas caprichosas de las rocas, esas masas anfibias, alternativamente cubiertas por las olas y alumbradas por el sol, insensibles a las caricias de éste y a la amargura de aquéllas, pues nada temen y nada esperan.

Todo aquello le infundía mil sensaciones y pensamientos, pues como dice Balzac: le paisage a des idées; el paisaje tiene ideas.



Es cierto que el paisaje que la rodeaba, compuesto por el mar y un coto de tierra llana, sin accidentes de terreno, sin árboles, sin agua, ni más señales de habitación humana que la cuadrada y pesada mole del caserío que habitaban, no pertenecía al orden del paisaje que se denomina ameno o romántico; y no obstante, ¿cuál es el encanto que existe en una naturaleza inculta y uniforme? ¿Por qué infunde ésta ideas alegres y elevadas, mucho más que lo hacen los frondosos paisajes, con sus bosques, sus quebradas, sus arroyos, sus variadas vistas, en las que todo se mueve, se engalana, se agrupa vistosamente? Puede que el amor al país y la costumbre participen al primero su encanto; puede que sea un sentir peculiar a la persona que esto escribe; pero ello es que una dehesa uniforme con su sello de primitiva y libre vegetación, un cielo puro y alto, un mar azul que compite en brillo y grandeza con el cielo, un caserío austero y grandioso, cuidando de su fuerza sin atender a su adorno, le parecen llenos de una majestad serena que ensancha el alma e impregna el ánimo del tranquilo goce de la soledad y de la gran sensación de lo infinito. Parece allí la tierra más humilde y el sol más sonriente, si es lícito expresarnos así. Es allí el aire más puro y más balsámico, profusamente impregnado como se halla del enérgico perfume de las silvestres plantas. Pocas cosas distraen la contemplación en aquella grave naturaleza, que parece ella misma meditar abstraída".

Fernán Caballero, Clemencia

viernes, 3 de octubre de 2008

y lo que te rondaré...

"Toledo posee el color, la rudeza, la enérgica miseria de la sierra en que campea y a cuyas recias articulaciones dan desde luego una impresión de energía de pasión. Es menos una ciudad, cosa ruidosa y apegada a las comodidades de la vida, que un lugar significativo para el alma. Bajo la cruda luz que presta a cada arista de sus ruinas un vigor y precisión en los que se sienten fortificados los más muelles caracteres, es al mismo tiempo misterioso, con su catedral que surge hacia el cielo, sus alcázares y sus palacios, que sólo adquieren vida en los patios invisibles.
...Así de invisible y secreto en este áspero país tórrido, Toledo se revela como una imagen de la exaltación en la soledad, como un grito en el desierto".

Maurice Barrès, "Un amateur" de almas


"¿Cómo revelar los grandes movimientos monocromos de esa tierra violácea y ocrosa? Sería necesario marcar su color y sus curvas, y después también hacer sensibles las partes nutridas, pesadas, en donde ningún edificio es notable, pero que precisamente tienen la belleza de los grandes espacios llenos de arquitectura".
Maurice Barrés, Greco o el secreto de Toledo

domingo, 28 de septiembre de 2008

fuera de mapa (V) Valle Inclán, ya otoño

El laberinto de amor y muerte de la Sonata de Otoño está en Galicia. Allí, en su tierra, situó Valle Inclán esta historia de reencuentros y despedidas. Como las otras tres, la Sonata de Otoño fue corregida continuamente por el escritor, rehecha durante toda su vida. La última versión de las sonatas es editada en 1933, inmediata al periodo en que Valle Inclán trabaja en Aranjuez como conservador del patrimonio y director del museo.

Estamos en 1931, aunque los jardines de Aranjuez ya eran viejos conocidos de Valle, a veces a través de una percepción tan similar a la de Rusiñol, cuya obra fue comentada y admirada por el escritor en diversas y anteriores ocasiones. Valle se instala en Aranjuez casualmente a los dos meses de morir el pintor. Son unos y otros jardines decadentes percibidos de un modo similar, donde el espacio y el tiempo no interesan, si acaso la condición de las estaciones.

El escenario de la Sonata de Otoño no me resulta ajeno: sin necesidad de viajar avanza la historia de Bradomín que, a decir verdad, es lo de menos. Los elementos que pueblan la Sonata, símbolos, y por ello más protagonistas que sus personajes, propician esta dulce confusión. Un paseo de otoño que no evita los rincones más prosaicos, me arrastra por las atemporales palabras de Valle.



"El jardín y el Palacio tenían esa vejez señorial y melancólica de los lugares por donde en otro tiempo pasó la vida amable de la galantería y del amor… ¡Hermosos y lejanos recuerdos! Yo también los evoqué un día lejano, cuando la mañana otoñal y dorada envolvía el jardín húmedo y reverdecido por la constante lluvia de la noche…


...Recorrimos juntos el jardín. Las carreras estaban cubiertas de hojas secas y amarillentas, que el viento arrastraba delante de nosotros con un largo susurro: Los caracoles, inmóviles como viejos paralíticos, tomaban el sol sobre los bancos de piedra: Las flores empezaban a marchitarse en las versallescas canastillas recamadas de mirto, y exhalaban ese aroma indeciso que tiene la melancolía de los recuerdos. En el fondo del laberinto murmuraba la fuente rodeada de cipreses, y el arrullo del agua, parecía difundir por el jardín un sueño pacífico de vejez, de recogimiento y de abandono".

Ramón del Valle-Inclán, Sonata de Otoño

sábado, 20 de septiembre de 2008

fuera de mapa (IV) Valle-Inclán



Lealtades en un calendario de soles eclipsados y lunas plenas. Paso de estaciones, cambio de vagón sin bajar del tren. Final de verano, aún verano.




"La gran llama de la pasión, envolviéndonos toda temblorosa en su lengua dorada, nos hacía invulnerables al cansancio, y nos daba la noble resistencia que los dioses tienen para el placer...
Y la niña Chole se estremecía en delicioso éxtasis, y sus manos adquirían la divina torpeza de las manos de una virgen. Pobre Niña Chole, después de haber pecado tanto, aún no sabía que el supremo deleite sólo se encuentra tras los abandonos crueles, en las reconciliaciones cobardes. A mí me estaba reservada la gloria de enseñárselo. Yo, que en el fondo de aquellos ojos creía ver siempre el enigma oscuro de su traición, no podía ignorar cuánto cuesta acercarse a los altares de Venus Turbulenta. Desde entonces compadezco a los desgraciados que, engañados por una mujer, se consumen sin volver a besarla. Para ellos será eternamente un misterio la exaltación gloriosa de la carne".

Ramón del Valle-Inclán, Sonata de estío

domingo, 14 de septiembre de 2008

todas iguales (ellas también)



Comparto la reflexión de mi paisano (cuyo nombre se me figura un baile de letras, silbante y aliterado, con el de aquel otro que también dejaba correr tinta por Getafe, Silverio Lanza).

Como decía, todas iguales: autobahn Kraftwerk, highway ACDC, autopista Intocables.
El peaje no garantiza el paraíso, aunque te deja cerca de él.


"...no tuve conciencia de estar allí hasta que nos apartamos de la autovía y comenzamos a circular por carreteras de segundo orden. Diríase que al hacer las autovías los contratistas se ocupan de lograr que sus flancos resulten anodinos, dondequiera que la autovía se encuentre. Será para mejorar la seguridad vial.

... Pronto salimos del casco urbano y enfilamos la autovía. Produce un malvado placer ir por la carretera con un coche de la Guardia Civil, y observar cómo todos fingen ir muy modositos a 120 durante el tiempo que tardan en rebasarte. Para permitírselo, y para no crear mayor peligro, se suele ir a 110, salvo emergencia. Chamorro seguía esa precaución, como otras, aunque siempre había quien te pasaba a 180 sin mayor reparo. Eso fue lo que nos pasó con un cincuentón en un Mercedes a la altura de Alcalá".

Lorenzo Silva, El alquimista impaciente