vividos, viajados o sencillamente imaginados






domingo, 28 de diciembre de 2008

inocentes


No es exclusiva de niños... Solo que estos otros ya no son víctimas, porque han elegido.


“En Santo Domingo,
la misa mayor.
Aunque me decían
Hereje y masón,
rezando contigo
¡cuánta devoción!
escribía Antonio Machado, pensando en su amor. Pero ¿cómo es que no miró hacia arriba de ese mismo pórtico de Santo Domingo de Soria, hacia los inocentes niños masacrados pero también hacia la orquesta eterna y los eternos laudes que allí cantan otras figuras de bienaventurados frente por frente del sufrimiento de los pequeños y la desesperación de sus madres enloquecidas?



Si lo hubiera hecho, habría encontrado incluso una consistencia para anclar sobre ella el amor mismo y todos los otros afanes humanos: que no son vanos, se nos dice allí”.

José Jiménez Lozano, Guía espiritual de Castilla

miércoles, 24 de diciembre de 2008

feliz incongruencia

¡Si gusta o no la Navidad! La opinión está tan dividida que resulta igual de tópico lo uno y lo otro. Incluso preguntarlo. Es indiscutible la veracidad de la nochevieja, pero lo de la nochebuena, mucho suponer ¿no?

Pues ahí estaremos, que siempre se puede pasar el trago con un poco de imaginación, aunque sea sobrevenida o tomada de prestado. Y además, el trago puede acabar siendo más que bueno, lo mejor.

"Gustavo entró en la Nochebuena con desesperación. No tenía a nadie ni quería ir con mujeres fáciles aquella noche, porque se ponen a llorar en cuanto dan las doce (...). "La mujer que pase esta noche sola me admitirá si yo llamo a su puerta." ¿Pero qué mujer pasaba aquella noche sola? (...) Dorotea Caser, la esposa del marino.
Buscó él en sus labios el sabor a estuche que tenían sus besos, pues sus besos estaban guardados en el estuche morado de las joyas que esperaban la fiesta de la vuelta del esposo (...) De pronto se comenzó a correr la cortinilla de azogue de un espejo y se vio un naufragio...
-Vete, acaba de irte... Si no no habrá salvación -volvió a gritar ella, salvando el barco como si fuese su patrona.
Cuando Gustavo salía ya por la puerta, vio que el barco por fin se atravesaba bien en las aguas (...) Impresionado por aquel suceso inesperado, se dirigió a las tabernas de la noche y acabó siendo él el marino borracho de la Nochebuena.


Ramón Gómez de la Serna, El incongruente

viernes, 19 de diciembre de 2008

ni una palabra de más

Tengo la sensación de que pocas veces se ha alcanzado tal identidad entre una región y un libro como en "Viaje a la Alcarria". "La confusa andadura de un libro sencillísimo", comienza el autor. Es la andadura del libro de viajes, entre la novela y la geografía, y la sencillez como virtud del artista.
"En la novela vale todo, con tal de que vaya contado con sentido común; pero en la geografía, como es natural, ya no vale todo, y hay que decir siempre la verdad, porque es como una ciencia", explica Cela poco más adelante. Por si quedan dudas.




"La Alcarria es un hermoso país al que a la gente no le da la gana ir. Yo anduve por él unos días y me gustó... La gente me pareció buena; hablan un castellano magnífico y con buen acento y, aunque no sabían mucho a lo que iba, me trataron bien y me dieron de comer, a veces con escasez, pero siempre con cariño". (...)

Camilo José Cela, Viaje a la Alcarria

domingo, 14 de diciembre de 2008

la declaración

Las mismas sensaciones desde el recuerdo, tal vez porque ellos llegaron a Helsinki como Ganivet, con el mes de diciembre agazapado en la aduana. Nunca quisieron imitarle en su misión de cónsul, aunque en la carpeta llevaban un mandado de tintes diplomáticos. Aquello sonaba a matrimonio de estado: todo se reducía a arrancar un sí. Oir la sílaba ansiada, recoger credenciales y poner rumbo al Sur fue todo uno: Aranjuez les esperaba con impaciencia de novia.



"El frío. Voy a sorprender a mis lectores diciéndoles que aquí no hace frío. Dentro de las casas se vive en perpetua primavera, y en la calle, envuelto en pieles, suda uno más que en verano. Sólo la cara, que tiene que ir al descubierto, se resiente de las caricias un tanto brutales de la nieve y el viento. ... Aún no he visto tiritar a nadie...



Lo que angustia más no es el frío; es la falta de sol: más luz da el suelo nevado que el cielo gris, triste como el rostro de un mudo; a veces una mancha rojiza marca el sitio por donde el sol quiere asomarse; algún día el sol luce al fin; pero sus rayos no calientan ni dan vida al paisaje, siempre silencioso, solemne. La primera impresión que me produjo este país fue de tristeza. Llegué en invierno, y los campos, como los lagos, como el mar, estaban sepultados bajo la nieve... El hombre pasa sin dejar apenas rastro...



Cuando empieza a caer la nieve, la atropellada vida estival, disparada como castillo de fuegos artificiales, se desvanece, dejando tras de sí, por testigos, los árboles convertidos en esqueletos. Finlandia es triste; pero su tristeza engaña al hombre y le hace creer que vive contento. El período de las nieves es propicio para soñar aletargado, como reptil que hace su laboriosa digestión, y al salir del letargo se cae en la embriaguez de los días interminables. La gente del país tiene acaso el presentimiento de esta vida; pero el meridional tiene fijo el recuerdo, que a veces asalta violentísimo, y produce la incurable nostalgia".

Ángel Ganivet, Cartas finlandesas

lunes, 8 de diciembre de 2008

fuera de mapa (VI) Malcolm Lowry

La naturaleza persigue las vidas de Huge, Ivonne y Geoffrey (el cónsul), se filtra en sus pensamientos, trenza sus conductas. Así son las nubes, la rama, la sombra. Ya se anuncia en el título de la novela que acompañó a Lowry durante su existencia. Lowry y su novela, ambos escritos, perdidos, reescritos, dispersos. Tozudo esfuerzo.



"Contempló las nubes: oscuros caballos veloces se movían en el cielo. ¡Sombría tempestad que se desataba a destiempo! Así ocurría con el amor, pensó; el amor que llega demasiado tarde. ¡Sólo que a éste no seguía la calma, como cuando la fragancia vespertina o el rayo de sol, lento y cálido, vuelven a la tierra sorprendida! Y si tal amor de pronto nos enmudece, nos ciega, nos enloquece o nos mata: con encontrarle un símil no vamos a cambiar nuestro destino. Describir el amor tardío no apaciguaba sed alguna".

"(Algunos mezcales más tarde). Desde diciembre de 1937 cuando te fuiste… me he propuesto combatir el amor que siento por ti. No me atreví a someterme a él. Me he asido a cada raíz y rama que me permiten cruzar solo este abismo de mi vida, pero no puedo engañarme más".



"No tengo casa, nomás una sombra. Pero cuando necesites una sombra, mi sombra es tuya".

Malcolm Lowry, Bajo el volcán

martes, 2 de diciembre de 2008

el destierro

De aquella llegada del Cid a Cardeña perdura poco más que el paisaje. El vínculo entre la figura y el monasterio fue tan intenso que el crecimiento de la obra se convirtió en un perpetuo homenaje al héroe medieval. Se ha sugerido incluso que el poema a su memoria se escribió entre estos sillares.
Los cambios en San Pedro de Cardeña son tales que no permanece ni la orden monacal de aquellos tiempos. Cuando el Campeador campea por estos campos, camino del destierro, a San Bernardo de Claraval (fundador de la orden cistericiense que actualmente rige el monasterio) aún le quedan unos años para venir al mundo.
Pero como decía, el paisaje en su rigor y mesura y a su modo pervive. Es el dueño de las historias convertidas en leyenda y el guardián de la condición castellana, y eso que le han cambiado el ritmo, pues nada queda del galope del Cid y los suyos en esta invitación al paseo.

"En San Pedro de Cardeña, allí nos cante el gallo;
Veremos a nuestra mujer honrada hijadalgo.
Abreviaremos la estancia y dejaremos el reinado.
Mucho es menester, que cerca viene el plazo.

Gran yantar le hacen al buen Campeador.
Tañen las campanas en San Pedro a clamor.
Por Castilla, oyendo van los pregones;
Cómo se va de tierra mío Cid el Campeador;
Unos dejan casas y otros honores.
En ese día, en el puente del Arlanzón,
Ciento quince caballeros todos juntados son;
Todos demandan por mío Cid el Campeador.
Martín Antolínez con ellos se unió.
Vanse para San Pedro do está el que en buen punto nació"

Poema de Mío Cid