vividos, viajados o sencillamente imaginados






jueves, 16 de febrero de 2012

dije malos escritores...



Hace unas cuantas entradas hablaba de los malos escritores a propósito de unas líneas sobre (no iba por él, por supuesto) Ruano , aquel que sedujo a Venecia.

El tema de escribir ha llegado a tal punto que se ha convertido en un artículo de consumo más. No se trata de la calidad de lo que se escribe, se trata de escribir más. De cuando se olvida el valor de una frase bien dicha, de cuando se olvida el valor de un trabajo que el pudor impide mostrar hasta que esté bien pulido, rematado, y aun a sabiendas de que algún ángulo ha quedado por limar. Escribir por escribir, porque las palabras van al peso y la sopa gusta con muchas letras, aunque no tenga sustancia el caldo y se sirva a ritmo de churros.

Ya lo decía el austero Fernando Aramburu, el que deja pasar entre libro y libro mucho tiempo, porque sabe sin saberlo que el poso de sus libros no lo borran los años. Mejor saborear que devorar. Y siempre, siempre, por si hay duda, primero leer, mucho leer, luego escribir, no importa cuanto. Baudelaire sólo con el Albatros tuvo suficiente para pasar a la posteridad de las letras y de la modernidad.

Los fuegos con limón del Aramburu que Victoria me descubrió se convirtieron en serios juegos con fuego, donde los limones acabaron siendo naranjas dulciamargas. Porque como se dice en la presentación del libro

"comprenderá que nada importa tanto como una página bien escrita y que el viejo sueño de hacer arte de la vida, y vida del arte, siempre termina malparado ante la terca torpeza de la miseria cotidiana".
Fernando Aramburu, Fuegos con limón



El paisaje de fondo, como tantas veces, Aranjuez.


viernes, 10 de febrero de 2012

vaga felicidad









De Pontevedra a San Andrés de Louza y a la quinta del Tejo, es una jornada recreativa más bien que un viaje. Atravesé la ría en una lancha alquilada en Pontevedra: desembarqué en la opuesta orilla, y me resolví a andar a pie cosa de un cuarto de legua por la comarca más pintoresca que soñarse puede. Desde la playa, cuya arena finísima y plateada conserva la huella del pie, y que rodean grandes matas de aloes en flor, hasta los senderos cuajados de madreselva y los campos de maíz que susurraban al soplo del viento, todo me pareció un oasis, y mi espíritu se inundó de esa vaga felicidad que en la juventud nace de la excitación de los sentidos y de una especie de presentimiento inexplicable, nuncio del porvenir: presentimiento que sin augurarnos sucesos felices, nos alboroza como si en efecto hubiesen de serlo.

Emilia Pardo Bazán, Una cristiana






domingo, 5 de febrero de 2012

escrito en el paisaje (ii) idiomas

¿cómo se dice cerveza en griego?








la adivinanza es difícil, la respuesta imprevisible, el chiste...