vividos, viajados o sencillamente imaginados






sábado, 18 de junio de 2011

el lenguaje de las piedras










Hay algo del sueño de la muerte y de la tierra de nadie en las percepciones de la ciudad; entre lo ausente y lo etéreo, como si la sustancia de Florencia quedase borrada por el impacto de lo que entra por los ojos y apenas pudiese hallar un refugio en los olores o en los sonidos que no son.






"Pasé todo el día de ayer sumido en una especie de preocupación sombría e histórica... Al salir de San Lorenzo, vagabundeé sin rumbo por las calles; observaba, en mi emoción muda y profunda (con los ojos muy abiertos y sin poder hablar), esos palacios contruidos hacia 1300 por mercaderes de Florencia: son fortalezas. (...)

Me sentía feliz por no conocer a nadie y por no temer verme obligado a hablar. Esta arquitectura de la Edad Media se ha apropiado de toda mi alma: creo vivir con Dante. Hoy no me han asaltado ni diez pensamientos que no haya podido traducir con un verso de ese gran hombre. (...)

¡Qué bien se ve, debido a la forma sólida de estos palacios construidos con enormes bloques de piedra que han conservado sin tallar el lado que da a la calle, que a menudo el peligro ha circulado por esas calles! Es la ausencia de peligro en las calles lo que nos hace tan pequeños".



Sthendal, El síndrome del viajero. Diario de Florencia.








domingo, 5 de junio de 2011

príncipe



Fue en septiembre de 2009. Aquí lo conté. Conté parte de aquellas impresiones. Otra, que ahora recuerdo bajo el supuesto título de "teloneros" quedó entre mis notas.



Aquel día no hubo teloneros propiamente dichos, pero el público contribuyó a llenar el rato que quedaba para el inicio del concierto desde el momento en que nos pusimos a la cola. Allí, como en una Annie Hall de los madriles, un trío de jóvenes se explayaba sobre el arte. La estudiante de bellas artes, la de arquitectura y el músico. Mostraban al mundo voz en cuello lo bien que habían elegido sus carreras y encauzado su vida:


-Pues nada, no sabes cómo me va a venir para el concierto el inglés de la Erasmus. No sólo aprendí a dibujar.

-Dibujar, eso sí que mola. Si yo supiese dibujar. Pero es que hay que pasar muchas horas haciendo rayas con un palo en la tierra-. Soltado con mucha seriedad y admiración por el chico (vamos, como lo de Karate Kid, me dije).

- Más difícil tú, que eres músico., Si yo supiese tocar, eso... eso...

- Bueno, no es difícil, yo no toco, sólo dejo que la música fluya.

- ¿Y que sientes cuando tocas la batería?... ( intervino la tercera).




Avanzó la fila. Ellos, tan curtidos en viajes, y estudios, y... llegamos al control.



-Señorita: me puede enseñar el bolso.

- Ah, ¿y eso? ... si ésto es un concierto (por eso mismo: ¿o es que sólo has ido a verbenas y fiestas al aire libre?).





Entramos. Y continuó el espectáculo en el nuevo vecindario, ya sentados. Mujer de unos cuarenta y...





-Tiene su gracia que hace veinticinco años estuviese viendo a Leonard Cohen. Quién me iba a decir que volvería a verlo 25 años después (hasta aquí sin problemas, un comentario de lo más lógico y envidiable). Tú entonces no habías nacido.


Su amigo joven (yo creía que era su hijo, pero no, los tenía al lado y no):

-Jo, qué pasada, ¿no? Es como si yo viese a "los Siniestro" dentro de un montón de años.











Lo dicho, como sacados de una peli de Woody Allen. Sólo un minuto después empezó el concierto. Creo que me estoy haciendo mayor. Sinceramente, rogé para mis adentros que Leonard Cohen comenzase diciendo aquello tan vigente y tan bien expresado por el amigo Fernando "Pero qué público más tonto tengo". Aunque bien pensado, la mayoría del público no se lo merecía.
















Sirva este preámbulo para expresar mi alegría por el último flamante Príncipe de Asturias de las Letras. Algún día los Siniestro... aunque dice el tópico que gallegos y asturianos... Será por ésto.









Recordad que aún Dylan espera el Nobel de Literatura. Si me preguntan y sin que me pregunten: no tengo duda, no hay color. Leonard Cohen además de poeta, artista y artesano es también discreción y coherencia: no parece que el oportunismo sea su fuerte. ¿Quién le propuso para el Premio?