vividos, viajados o sencillamente imaginados






miércoles, 25 de enero de 2012

la paciencia







Tenía un asunto pendiente con ese castillo que apunta su proa a la costa y se atreve a desafiar al mar, tal vez porque las aguas asusten e intimiden menos desde esa altura en que parecen llanuras de estaño. Aunque después de tantos siglos allí encaramado lo más probable es que haya terminado entablando amistad con la roca y el horizonte, harto de tanto asedio, sed y viento, de que tanto hijo de ibero y romano, moro o cristiano le recorran las venas, antes de que franceses de tantas generaciones vengan a patearle las tripas. Tenía que rendir mis honores a este desgastado santo Job que hoy en su atalaya chumbera no está sino a verlas y verlos venir, restauradores, curiosos o turistas bienintencionados, lo que es una al fin y al cabo, por mucho que piense que visitar al enfermo es una obra de caridad.




domingo, 15 de enero de 2012

... y el principio del fin





Me gusta menos que el de Arquímedes o el de Pascal, en los que al menos algo flota o se desplaza ante tamaña presión, pero no desaparece ni se hunde. El principio del fin no es tan frío, pero sí más lapidario y solemne, vamos, lo que diferencia la física de la metafísica. Tan serio que nadie osa decir que el principio del fin es la efe, porque con estos principios del fin, a los que no se les ve el cómo del final, no/se/bromea.