vividos, viajados o sencillamente imaginados






viernes, 25 de septiembre de 2009

fuera de mapa (X) Charles Baudelaire

Ni el lugar ni el pecado.
Duelen las noventa despedidas del otoño.




"¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que la de lo infinito.
¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad, silencio, castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.
Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Mis nervios, harto tirantes, no dan más que vibraciones chillonas, dolorosas.
Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. La insensibilidad del mar, lo inmutable del espectáculo me subleva... ¡Ay! ¿Es fuerza eternamente sufrir, o huir de lo bello eternamente? ¡Naturaleza encantadora, despiadada, rival siempre victoriosa, déjame! ¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo! El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido".



Charles Baudelaire, El «yo pecador» del artista

lunes, 21 de septiembre de 2009

aproximadamente este verano



El verano más frío. El más tranquilo. El más resignado. El más callado. El más paciente. El más persistente. El más íntimo. El más cómplice. El más sedente. Menos sediento, menos efusivo, menos ansioso, menos pasional, menos inquieto (menos mal). Un verano menos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

la teoría de la relatividad



























En Opus Nigrum están la ciudad siempre misma de Kavafis, el laberinto en que se adentra Teseo sin hilo, la equívoca percepción que intuye el griego Zenón, homónimo del protagonista.
Como el protagonista Zenón, el peregrino ya no se fía de las estrellas ni de las coordenadas bajo sus pies. El peregrino (¿por qué?)  no se detiene.






"Le sorprendió percatarse de que recordaba sin dificultad las calles de aquella ciudad que no había vuelto a ver desde hacía treinta años. (...) Al encontrar su rumbo en el laberinto de callejuelas de Brujas, había creído que aquel alto en su camino, al apartarse de las anchas calzadas de la ambición y del saber, le procuraría algún reposo, tras las agitaciones de treinta y cinco años. Contaba con sentir la impresión de seguridad inquieta de un animal que se tranquiliza con la estrechez y oscuridad de la guarida en que ha escogido vivir. Se equivocaba. Aquella existencia inmóvil hervía por dentro; el sentimiento de una actividad casi terrible rugía como un río subterráneo. La angustia que lo atenazaba era diferente de la de un filósofo perseguido a causa de sus libros. El tiempo, que -según había imaginado- debería pesar en sus manos tanto como un lingote de plomo, huía y se subdividía como las bolitas de mercurio. Las horas, los días y los meses habían dejado de concertarse con los signos de los relojes y hasta con los movimientos de los astros."

Marguerite Yourcenar, Opus Nigrum

viernes, 18 de septiembre de 2009

volver





Lo último que dije… no fue lo que quise decir si hubiese de ser lo último que dijese. Espero volver, y a la vuelta… He olvidado qué te estaba diciendo. Un cóctel en el Boadas refrescará mi memoria.

lunes, 14 de septiembre de 2009

tres horas



Tres horas estuvo Leonard Cohen con nosotros (menos tiempo pasó con la Japlin y le dedicó una canción). La satisfacción le rezumaba por entre sus ángulos y arrugas. Todo un pincelito, saltarín como juglar juguetón, no transmitía la tristeza del tópico. A sus casi setenta y cinco años, aún pícaro y contento en el recuerdo grave de las mujeres de su vida, agradecido al público hasta la bendición. Sólo nos escatimó su mundo secreto, la procesión que lleva por dentro este cantor del alma que me pareció más caballero que monje, exacto hasta para quitarse el sombrero y arrodillarse rendido al amor y a la música.







I saw you this morning.
You were moving so fast.
Can’t seem to loosen my grip
On the past.
And I miss you so much.
There’s no one in sight.
And we’re still making love
In My Secret Life.
I smile when I’m angry.
I cheat and I lie.
I do what I have to do
To get by.
But I know what is wrong.
And I know what is right.
And I’d die for the truth
In My Secret Life.
Hold on, hold on, my brother.
My sister, hold on tight.
I finally got my orders.
I’ll be marching through the morning,
Marching through the night,
Moving cross the borders
Of My Secret Life.
Looked through the paper.
Makes you want to cry.
Nobody cares if the people Live or die.
And the dealer wants you thinking
That it’s either black or white.
Thank God it’s not that simple
In My Secret Life.
I bite my lip.
I buy what I’m told:
From the latest hit,
To the wisdom of old.
But I’m always alone.
And my heart is like ice.
And it’s crowded and cold
In My Secret Life.
Leonard Cohen, In my secret life.

viernes, 11 de septiembre de 2009

fuera de mapa (IX) Ray Bradbury



Fuera del mapa, de momento. Un panorama que se me entrecruza con los de Un mundo feliz y 1984, como tres episodios de una misma y única difusa realidad. Como los tres incendios que dicen fueron de la biblioteca de Alejandría.




"-A veces, pienso que sus conductores no saben cómo es la hierba, ni las flores, porque nunca las ven con detenimiento -dijo ella-. Si le mostrase a uno de esos chóferes una borrosa mancha verde, diría: ¡Oh, sí, es hierba? ¿Una mancha borrosa de color rosado? ¡Es una rosaleda! Las manchas blancas son casas. Las manchas pardas son vacas. Una vez, mi tío condujo lentamente por una carretera. Condujo a sesenta y cinco kilómetros por hora y lo, encarcelaron por dos días. ¿No es curioso, y triste también?

-Piensas demasiado -dijo Montag, incómodo-.






-Casi nunca veo la televisión mural, ni voy a las carreras o a los parques de atracciones. Así, pues, dispongo de muchísimo tiempo para dedicarlos a mis absurdos pensamientos. ¿Ha visto los carteles de sesenta metros que hay fuera de la ciudad? ¿Sabía que hubo una época en que los carteles sólo tenían seis metros de largo? Pero los automóviles empezaron a correr tanto que tuvieron que alargar la publicidad, para que durase un poco más.



(…) Los libros bombardearon sus hombros, sus brazos, su rostro levantado. Un libro aterrizó, casi obedientemente como una paloma blanca, en sus manos, agitando las alas. A la débil e incierta luz, una página desgajada asomó, y era como un copo de nieve, con las palabras delicadamente impresas en ella. Con toda su prisa Y su celo, Montag sólo tuvo un instante para leer una línea ésta ardió en su cerebro durante el minuto siguiente como si se la hubiesen grabado con un acero. El tiempo se ha dormido a la luz del sol del atardecer. Montag dejó caer el libro".
Ray Bradbury, Fahrenheit 451

viernes, 4 de septiembre de 2009

el orgullo









Tal vez no sea necesario vivir en Monforte para entender qué es. Basta su elocuente presencia. Monforte, nido de águilas del Conde de Lemos (el que quiso beneficiarse en El señor de Bembibre a la amada del héroe; el señor de la puerta de Galicia y de lo que había de puertas adentro), no se ve, no se visita.

En Monforte se está. Monforte es el yo y mis circunstancias de la geografía. Pasaron los tiempos en que Monforte fue señora aún más allá del valle, antes de que el ferrocarril le airease las faldas, porfiase la carrera y se alejase ... sin arrancar su nombre. Monforte, hoy caracola de la imponente montaña, ha roto la muralla y desciende, cabeza alta, hacia el refugio del río.







"Llegué a este Monte fuerte, coronado
De torres convecinas a los cielos,
Cuna siempre real de tus abuelos,
Del Reino escudo, y silla de su estado.

El templo vi a Minerva dedicado,
De cuyos geométricos modelos,
Si todo lo moderno tiene celos,
Tuviera invidia todo lo pasado.

Sacra erección de príncipe glorioso,
Que ya de mejor púrpura vestido
Rayos ciñe de luz, estrellas pisa.

¡Oh, cuánto deste monte imperioso
Descubro! Un mundo veo. Poco ha sido,
Que seis orbes se ven en tu divisa".

Luis de Góngora

martes, 1 de septiembre de 2009

cuatro esquinas








Nueva web de Cuatro Esquinas.
Hoy son ellos la noticia.
Maestros en informar con rigor, con humor y sin pasar ni una las jugadas (y jugarretas) de aquí.
Observadores, estación tras estación, de los cambios de piel de este paisaje (y paisanaje).
Perfectos anfitriones que siempre me guardan un rinconcito y que generosos donde los haya me tienen por persona grata. Yo también a ellos.