vividos, viajados o sencillamente imaginados






martes, 25 de diciembre de 2007

próxima estación

Invierno.
El cauce del Tajo nos ha llevado a Lisboa.
Y como le sucede a Santiago Biralbo, hemos adivinado la ciudad antes de encontrarla por vez primera. Es una Lisboa anticipada, leal a sus promesas.

“Los nombres, como la música, me dijo una vez Biralbo con la sabiduría de la tercera o cuarta ginebra, arrancan del tiempo a los seres y a los lugares que aluden, instituyen el presente sin otras armas que el misterio de su sonoridad. Por eso él pudo componer la canción sin haber estado nunca en Lisboa: la ciudad existía antes de que él la visitara igual que existe ahora para mí, que no la he visto, rosada y ocre al mediodía, levemente nublada contra el resplandor del mar, perfumada por las sílabas de su nombre como de aliento oscuro, Lisboa”.



“Nunca dejaba de buscarla y casi nunca pensaba en ella. Del mismo modo que a Lisboa la niebla y las aguas del Tajo la aislaban del mundo, convirtiéndola no en un lugar, sino en un paisaje del tiempo”



“Lo sorprendió la transparencia del aire, la exactitud del rosa y del ocre en las fachadas de las casas, el unánime color rojizo de los tejados, la estática luz dorada que perduraba en las colinas de la ciudad con un esplendor como de lluvia reciente”.
Antonio Muñoz Molina, El invierno en Lisboa

miércoles, 19 de diciembre de 2007

otoño, otoño


El de Aranjuez, donde reside este blog, es primera entrada inevitable.
"Puerta se hizo mi buhardilla al retorno de Aranjuez, transfigurada por perfume de violetas como el cuerpo de una santa recién muerta (...) Caminé siguiendo las arquerías del Patio de Oficios. Sobre ellos -campanada en mi corazón- la terraza de los tíos, donde jugué tanto. Me apresuré por la Plazuela de San Antonio; en Carnaval se llenaba de máscaras de "guarrillo", envueltas en cualquier cosa para embromar de incógnito. Ante el Jardín del Rey recordé a Alfonso XIII, apeándose de su Hispano-Suiza con el Administrador, uniformado de húsar. Luego, en el parterre, ante el río, ¿por qué de repente la memoria de nuestra excursión a Brighton, cruzando verdes colinas de Sussex que esconden siempre el mar sin negarlo del todo?...¡Extraños parentescos de los paisajes! O de los estados de ánimo".
José Luis Sampedro, Octubre, Octubre

martes, 18 de diciembre de 2007

carta de presentación

que tomo prestada a Henry Miller:


"Jamás, por lo que yo recuerdo, me he sentido inspirado para escribir sobre un viaje, por muy extraordinario que fuera. De hecho, cuanto más bonitos han sido los lugares, menor ha sido el deseo de dejar escritas mis impresiones. Supongo que ocurre así porque las impresiones son demasiadas, y demasiado recortadas, y demasiado anonadantes, y demasiado impersonales, etcétera, etcétera. Mi mente se queda en casa siempre que yo viajo. No sé por qué. Mis mejores viajes los hago desde mi escritorio. O en la cama. Como los hacen todos, supongo. Cuando voy andando por las calles, por calles íntimas, es distinto. En cierto modo, mi escritorio va conmigo".

Henry Miller, Cartas a Anaïs Nin