vividos, viajados o sencillamente imaginados






jueves, 29 de septiembre de 2011

los malos escritores







"Regresé a Venecia y fui al hotel en una de esas prodigiosas góndolas, cuya belleza no han logrado desacreditar ni siquiera la conjunción y conjuración de todos los malos escritores del mundo entero.


Canal Piccolo y Canal Grande, Canal della Giudecca y de San Marcos, perfiles de la isla San Giorgio Maggiore y pequeños canales de nombres perdidos... canales, puentes y callecitas, palacios y aguas muertas, canciones adormitadas en las noches tibias y humedad, ¡qué difícil me era deciros adiós!"



César González-Ruano, Memorias: mi medio siglo se confiesa a medias









Esos malos escritores o narradores tuvieron la culpa de que antes de que viese Venecia por primera vez no me acompañase una gran ilusión. La golosina de Florencia que llegaría días después absorbía mis deseos. A ellos se lo debo agradecer, no hubo decepción alguna ante un lugar que ya creía conocer por tan contado y enseñado, aparente víctima del tópico. Quedé atrapada, incluso temiendo compartir el juicio unánime de admiración que los estudiantes que éramos entonces confundíamos con la vulgaridad.







Desde entonces sólo recuerdo haber escuchado a una persona hablar mal de Venecia. Ha sido en Marco Polo, mientras facturábamos, a la vuelta de la última estancia.

-Hijo, te ha gustado Venecia ¿verdad?

-No.

-Habíamos preparado el viaje para tí...

-Bah, bah. He acabado harto de tanto andar y subir y bajar escaleras.


domingo, 4 de septiembre de 2011

luz de madre





La conciencia de pertenecer a una cultura, a una tradición, cara a cara con nuestros ancestros. Como en aquella película, Mediterráneo, "un mismo mar, todos hermanos". Hijos de la madre que nos dio a luz y la luz , que nos empeñamos en olvidar aunque en ello nos vaya la identidad.









"Dos semanas en el mar y parece como si un telón hubiera caído sobre el pasado reciente. Grecia se ha incorporado a la fuente de la experiencia. Algo me ha ocurrido allí, pero ahora no me es posible expresar con claridad qué ha sido (...) Grecia se desvanece con rapidez; está muriendo ante mis ojos. Lo último que ha desaparecido es la luz, la luz sobre las colinas, esa luz que nunca antes había visto y que tal vez no sería capaz de imaginar de no haberla visto con mis propios ojos. ¡La luz increíble del Ática! Si no retuviera más que su recuerdo ya sería bastante. Esa luz, para mí, representa la culminación de mis propios deseos y experiencias. He visto en ella la llama de mi propia vida, consumiéndose en la llama del mundo. Todo parecía quemarse hasta la ceniza, y la misma ceniza se ha esparcido y dispersado por los aires. No veo qué más que esta experiencia pueden ofrecer otros países y otros paisajes. No sólo te sientes integrado armónicamente con la vida, sino que caes en el silencio".






Henry Miller, Cartas a Anaïs Nin