Quitarse la ropa y quedar despojada de su rango de catedral fue todo uno. La Seu Vella, desdeñosa de retablos y altares, relicarios y baldaquinos, muestra sus líneas en la cima de Lérida, templada en su sangre, su nervio y su hueso ...
Y así ha cautivado el ojo del gentil, ese que no se encandila con la que se asienta en los bajos de la ciudad, la oficial, catedral antes monalisa que maja vestida, la de túnica talar de seda, gélida, neoclásica, la que no se asoma por estas páginas.
"La catedral es un cascarón vacío (...) Pero la desnudez realza su arquitectura. Al ser ésta lo único a la vista, su estilo es más evidente y sus detalles se pueden apreciar mejor; desde las bóvedas a las columnas, desde los nervios de aquellas al espectacular cimborrio que da luz a todo el templo y el altar.
El claustro se abre a los pies del templo... El viajero está tan impresionado que sólo tiene ojos para los afiligranados arcos, altos como si fueran de triunfo y anchos como miradores, y para la vegetación que se atisba a través de ellos... "
Julio Llamazares, Las rosas de piedra
3 comentarios:
El castillo templario de Gardeny está enfrente, en la otra altura del lugar, mirando a la catedral fortificada.#.
Un libro interesante donde los haya. Habra que esperar a la proxima entrega anunciada de la saga para seguir disfrutando de otra vista de la historia.
De Gardeny nada de nada: propiedad militar, acceso denegado. Una lástima.
El libro es una buena recopilación, aunque con una estructura más autonómica que diocesana. Por otra parte me resulta muy descriptivo ¿virtual?. Más interesante en las anécdotas del viaje y del "viajero" (como se autodenomina el autor, al estilo de Cela).
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