El sucesivo retrato de la ciudad a lo largo de más de un siglo. Hasta en su fisonomía menos evidente se recoge el detalle, sensible incluso al cambio de nombres del callejero enredado del Raval. No sólo es aquella ciudad del Caso Savolta o de Los prodigios. Son los años cuarenta en Una comedia ligera. O el atlas histórico (setenta ochenta noventa) en la trilogía de ese pícaro loco, tan bien hablado como los buscones del Siglo de Oro, y tan desventurado.
A su manera exagerada Julio Camba subrayaba la falta de sentido del humor de los catalanes. Con Mendoza dio en hueso duro.
"No recordaba haber estado nunca en aquel barrio que, por su configuración, debía haber sido otrora un pueblo aledaño a la ciudad. Quedaban en pie algunas casas bajitas y recoletas, pero las más habían sido sustituidas por bloques de viviendas o estaban en proceso de derribo. Por doquier se alzaban cartelones que aconsejaban:
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A medida que iba coronando la cima del promontorio se desplegaban a mis pies otras partes del área metropolitana, que una neblina pardusca iba cubriendo. Resoplando llegué a un desmonte baldío en cuyo centro había una garita que tomé al pronto por un puesto de castañas asadas. Al acercarme a preguntar si estaba tan perdido como me temía, leí en la pared de la garita esta inscripción:
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Eduardo Mendoza, El laberinto de las aceitunas
5 comentarios:
Sobre el humor catalino, recuerdo la socarronería de un Ramón de España o de un Bigas Luna (degustadas por trato directo o por visionado de entrevista, así como en buena parte de su obra inicial -los escritos musicales del primero en la época de la Movida tanto en revistas como en su libro EN LA CRESTA DE LA NUEVA OLA, los films del segundo hasta LAS EDADES DE LULU, cuando empezó a cagarla grandemente-), los mil y un comics que han alegrado mi vida desde la factoría Bruguera en los primerísimos 60 hasta el Makoki de los 80/90, el dúo musical Ia i Batiste (la versión almogávar de las Vainicas) o Sisa en sus mejores (¡y ya lejanos!) momentos, Ana Mª Moix en sus crónicas divinas para MUNDO JOVEN, el binomio Cardín/Jiménez Losantos en LA BAÑERA y DIWAN (al romperse la conexión, la cosa se jodió: Cardín comenzó a ponerse melancólico y luego se murió y el otro, desde el tiro en la rodilla que le endosaron los mamones de Terra Lliure -esa patosa y burguesa parodia de ETA-, a convertirse en el bilioso Fedeguico, nuestra versión para andar por casa del no menos irritante Newt Gringich), sin olvidar aquellos cuplés de Vázquez Montalbán para Guillermina Motta (y algunas cosas más del sosias de Franco -hablo de su físico en sus últimos tiempos-) o algunas apreciaciones hollywoodienses del hermano de la ya mentada Ana Mª Moix. Bueno, y el simpar y mayestático Cassen.
Por otra parte, hay mucho humor catalino que no me hace nada de gracia, sino más bien me da grima/tedio, como aquellas bufonadas de Mary Santpere bajo la batuta de Iquino, o las payasadas chapurreadas de Franz Johann y Gustavo Re que tanto atormentaron mi infancia, o las marionetas de Herta Frankel, o un dúo hórrido de Luis Sagi Vela y Serenella que vi en cierto programa de variedades en no recuerdo qué cadena privada, o, volviendo a los grafismos, determinadas bestiajeces pseudoácratas aparecidas en EL PAPUS, EL JUEVES o EL VIBORA.
Y tampoco me emociona Eugenio.
Oh, me olvidaba de Dalí como humorista todopoderoso. Toda la tontería dadá y surrealista en cuanto a hacer de reír se realiza de manera absoluta, y no como quiero-y-no-puedo, con el califa cadaquesí.
Aquel vídeo de los primeros 60 cachondeándose de Mondrian con la ayuda de unos cerdos y unas pin-ups me sigue pareciendo antológico.
Debo reconocer que El Jueves me gusta (no todo), El Vívora nada, y El Papus nunca cayó en mis manos. De Los Tricicle sobre todo Exit. Franz (yo entendía Flan) Johann y Herta Frankel (desconocía la ascendencia catalana)no me resultaban agradables (casi me ponían algo nerviosa, aunque son recuerdos desdibujados por el tiempo). Al hilo de Dalí, me vienen a la cabeza Els Joglars y el momento de su obra en que el genio se burla descaradamente de los dibujitos de Miró, y de Miró, claro. Y luego hay que pensar en la socarronería de Pla. Del cuarteto Marsé (ahí no hay humor o yo no se encontrarlo), Mendoza, Montalbán y Torres (los fijos de Casa Lepoldo)pues con los dos últimos no puedo, en la misma medida que los dos primeros me fascinan. Y aunque no sé si viene a cuento, encantada con el Cervantes de Marsé. No pienso lo mismo con el Nadal de Torres y más cuando te acuerdas de aquel primer Nadal que fue Nada de Carmen Laforet... o de La Noria de Luis Romero.
Los vieneses, vieneses eran (sin RH senyero) pero radicados en Barcelona y difundidos al resto de la piel de toro desde los estudios catalinos de TVE (estudios responsables de otras pesadillas de mi niñez como REINA POR UN DIA, un dúo de teenagers llamado Queta y Teo -o algo por el estilo-, un concurso de sobremesa oresentado por Irene Mir y Mario Beut, y el inefable José Luis Barcelona -con sus gafas psicotrónicas: tuve un profesor de gimnasia en el internado malagueño del FF de JJ clónico del susodicho y que era, curiosamente, también catalán, y que me torturaba y humillaba bastante; quizás de ahí mi tirria por este presentador que, en sí, era bastante aceptable en su cometido y algo menos pavisoso que el resto de los bustos parlantes emanados de Miramar-).
El Tricicle también me crispa y estomaga. Boadella, en cambio (¡olvido imperdonable!), me ha caído siempre bien, desde su afirmación suarista en los 80 a sus heterodoxias políticas actuales, y disfruté como un enano (he, he, he) con su UBU PRESIDENT y su DALI cuando las pusieron por TVE2.
Ah, y otra obra de Joglars, que vi en directo, creo que con gente de LA MODE, OLIMPIC MAN MOVEMENT, una inquietante y atinadísima caricatura hiperrealista de la asociación n/s CEDADE. Sobre el 82, creo.
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