Al hilo de la entrada anterior, casualmente ayer se me apareció este párrafo a la vuelta de una página de Bearn. Suena tan parecido... supongo que son cosas del Mediterráneo (tan válido el natal de Villalonga como el que adoptó a Durrell). O si no, cosas del clima. Supongo.
"Yo venía de Londres, en donde llovía continuamente. A los pocos días, en Nápoles, experimenté la más extraordinaria de las aventuras. (...) Al fondo del establecimiento apareciá sentado un hombre del pueblo que contaría unos treinta años. Tenía el pelo negro y rizoso. Yo bajé los ojos, reclamando la dependienta: "Signorina...". "E un machio!", replicó el hombre. (...) La sonrisa desvergonzada y la palabra "machio" establecían una especie de complicidad entre aquel hombre joven (...) y yo, una miss descolorida y marchita. (...) Me sentía ebria, congestionada. No era el sol, había sido una frase... Unas palabras banales, desvergonzadas, que me mostraban un mundo nuevo. ¡Y yo contaba cuarenta y cinco años! Cuarenta y cinco años perdidos, perdidos para siempre. Resolví no volver a Inglaterra. Desde aquel día, señor..."
Lorenzo Villalonga, Bearn o La sala de las muñecas.
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