Dicen que tuvieron más de un encuentro y aún más de un encontronazo. Ellos, Eugenio d' Ors y Santiago Rusiñol. Dos caras unidas por el canto como Jano, pero sin la esperanza del infinito que siempre les queda a las paralelas. El hedonismo de Rusiñol simplemente se ha hecho proverbio. No sucede así con el insondable fondo mediterráneo de d'Ors, invisible bajo las complacientes olas de la tradición clásica.
Por eso, sin yo saber demasiado, estoy con el señor Umbral "como un romántico, un barroco y un dionisíaco: ahí está el verdadero d'Ors, con perdón de la familia. Fue noucentiste y clasicista por afán de magisterio y unidad, pero tenía su daimon, como Sócrates y Goethe, a los que tanto admiraba".
Aunque las palabras de don Eugenio sirvan por sí solas para convencerme de ello.
(Con Santiago Rusiñol vuelvo otro día)
"Por lo que a mí toca, fiel servidor que me digo de la razón, oso proclamar mi respeto por las heroicas violencias de la pasión. Mi respeto pánico, a la vez imbuido de terrores y de amor. Cuando huyo del delirio, cuando me aparto del pino belvedere, es por miedo al vértigo; es decir, porque, secretamente, me atrae el abismo demasiado. Tal vez he nacido para este abismo: así, para no caer en él, no tengo otro recurso que alejarme y tentar con el pie, para renuevo de mi seguridad, la tierra firme, la dura roca que, sustentándome, me defiende contra mí mismo. Con el tiempo, no obstante, espero alcanzar el poder de copiar la inteligente y voluptuosa lección de Ulises. Y que no me será ya necesario taparme con cera los oídos, como el vulgo de los remeros. Y que me bastará amarrarme sólidamente al mástil y, el oído libre, la curiosidad desvelada, complacerme sin riesgo allí en el canto de las sirenas".
Eugenio d'Ors, Lo barroco
5 comentarios:
Siempre me ha fascinado esa dualidad del clasicista Xenius siempre desgarrado por su atracción mórbida hacia lo barroco. Mi obra favorita, como ya dejé claro en EL PUNTO Z, es la viscontiniana SIJE, pero en general, su escritura amiga de complejidades (aquello que le dijo a su secretaria y que siempre me solía recordar mi madre, unamuniana y antiorsiana -lo consideraba un coñazo-, "¿aún resulta inteligible? pues oscurezcámoslo") y su vida de arrogante tímido con gran facilidad para crearse enemigos y condenado tantas veces al ostracismo (su exilio de Cataluña, su marginación en la posguerra cuando intentó participar de las actividades filosóficas europeas y el mandarinato existencialista lo execró) se me hacen muy próximas. A su manera, tiene no poco que ver con Mishima.
FELICIDADES POR TU TRABAJO EN ESTE BLOG.
Soy el creador del blog “Panorámica Cazorlense”. Quisiera comunicarte que estoy organizado el “I Evento Blog Rural Ciudad de Cazorla”. Cuando puedas le das un vistazo y me comentas.
Un cordial saludo.
(Pd. Si quieres puedes destruir este mensaje una vez leído)
Fernando,sabes que tengo a Mishima pendiente...
La complejidad es una estrategia: cuando se da de modo involuntario o mejor dicho, es inherente, es cuando resulta más creíble. d'Ors parece ir en sentido contrario, fenómeno tampoco muy extraño, se gastan las energías en sostener la coraza de la mesura, de lo clásico, de lo normal (de lo sujeto a norma), para protegerse de los torbellinos interiores. No deja de ser una actitud barroca.
Abraham, gracias, tomo nota.
Aunque él mismo dejó ver su juego de represiones en la tórrida GUALBA LA DE MIL VOCES, contrapunto selvático/frenético de la litoral y eurítmica BIEN PLANTADA.
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