Ayer y hoy, molinos con un castillo a su vera, llegados siempre después que el castillo. Como colonos que buscan asiento en la cima, lejos ya los días de batalla.
Ayer y hoy la tierra, La Mancha, que parece ser cosa de dos: don Manuel González, alias Plinio, y don Lotario, desfaciendo entuertos, como Quijote y Sancho con seso mejor amueblado y el juicio en su sitio.
Ayer y hoy, molinos movidos por viento, viento aventurero. Aunque allí donde hay molinos y tal vez gigantes, no veamos más que ventiladores.
“ex quo videbatur triginta aut quadraginta molinos venti et pene Quijotus vidit eos, volvit cabezam ut dicere escudero sao: Ventura guiat pasos nosotros melior quam nos potebamus esperare: vide in illo altozano triginta aut magis descomunales gigantes con quibus ad escapem volo facere batallam et quitare vitan et con suis despojis nos fiemos ricos…
-¿Qué lee ese que no entiendo nada?
-Me parece que un Quijote en latín macarrónico, Manuel”
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas (...)
Dio de espuelas a su caballo Rocinante ... diciendo en voces altas:
—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
—Calla, amigo Sancho —respondió don Quijote—, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
—Dios lo haga como puede —respondió Sancho Panza".
1 comentarios:
Cuatrocientos años después habría que reescribir la batalla con los molinos. Lo siento por Rocinante pero ahora le iría mejor un helicóptero a don Quijote. Y cantaría aquello de "don Quijote me abandonó, cambió su lanza por un rotor..."
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