Ahí te quedas, dije. Aquí estoy, huída a tiempo de la penúltima tormenta y a la espera de la caída lenta y previsible del agua, pero los cauces hoy siguen secos. La niebla se insinúa cada mañana, una promesa que es trampa de novatos, de ilusos viajeros que retienen sus lágrimas porque no saben de cursos que las recojan.
Mañana, dicen. Tal vez mañana rompa otra lluvia y será sin presa que la contenga. No habrá, único compañero, mas que un estanque olvidado, donde el surtidor breve insiste en refrescar las hojas de otoño prematuro.
5 comentarios:
he tardado poco en entrar en estos paisajes escritos, nada más llegar a casa; esperaba encontrar la atmósfera de siempre (libre, limpia, serena…), pero reconozco que me ha sorprendido aún más, qué foto y qué texto (iré leyendo lo anterior con más calma…)
Al
Otra foto notable.
Y también es de agradecer que te empieces a soltar con tus palabras, no sólo con las ajenas.
Pues sí, aquí estoy, en Galicia. El pazo de A Capela, en ruinas, lo tengo a cien metros. Será que esta tierra me lanza a escribir. De veras, me animan vuestras palabras. Con las fotos soy más atrevida. He abierto el blog porque iba a redactar una nueva entrada, con unos vasitos de albariño al lado. Serán, pues, a vuestra salud.
¡Madre mía, Magdalena Merlos¡¡precioso¡
Entonces habrá que escribir más a menudo con los vasitos de ese tal Alvariño
Publicar un comentario