Es otro el lenguaje de nuestros días, aunque todavía son muchos esos amigos de la historia de boca decimonónica que tan magro favor hacen a tan apasionante ciencia.
Aun así dejo en manos de uno de los popes de la historia del arte (y un decimonónico de los de verdad) la tarea de animar a los que aún no disfrutan del misterio encerrado y de la penumbra olorosa de las catedrales.
Aun así dejo en manos de uno de los popes de la historia del arte (y un decimonónico de los de verdad) la tarea de animar a los que aún no disfrutan del misterio encerrado y de la penumbra olorosa de las catedrales.
Persuasión grandilocuente y tópica la de Vicente Lampérez sobre la catedral de Burgos. Y sin embargo sagaz: antes de entrar en materia entrevió el cuerpo imponente bajo la bisutería de piedra.
“Cúpole, en efecto, a la meseta central de España y en ella más especialmente a Burgos, cuna de Castilla, recibir la arquitectura ojival importada desde los centros de mayor pureza de la nación vecina: el Dominio Real y el Anjou. En la comarca burgalesa, ya en el primer tercio del siglo XIII, aparece el estilo gótico de la Catedral de Burgos en todo el apogeo de sus formas, mientras que en otras comarcas españolas persistía el románico o dominaba la transición.
Es la iglesia mayor de la Caput Castellae, monumento de todos alabado. Su exterior pintoresco y movido y su interior lleno de obras maestras de todas las artes le dan justos títulos a esta celebridad”.
Vicente Lampérez Romea, Historia de la arquitectura cristiana española en la Edad Media
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