quien esa belleza rara
no trate como queréis,
¿para qué os laváis la cara
con lágrimas que vertéis?
Si a cualquiera que os desea
le decís que de otra sea,
yo lo que diga pensando,
que de la corte llorando
vais y venís a la aldea.
Pero, aunque callar importe,
deciros será mejor,
sin que el temor me reporte,
que con cuidados de amor
vais y venís a la corte.
Si obliga a que no lo crea
conocer quien os desea,
¿qué tengo yo de pensar,
si en el campo y el lugar
andáis triste, y no sois fea?
Yo conozco quien os ama,
pero no os veo contenta
cuando os mira, cuando os llama;
otra ocasión os alienta
si no me miente la fama.
Vos lloráis, vos suspiráis;
bien puede ser que tengáis
otros dolores secretos;
pero con estos efetos,
doime a Dios si vos no amáis".
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Por fortuna no termina aquí la nómina de escritores que buscaron la inspiración en Getafe. Ahí han seguido la estela Ricardo de la Vega, Silverio Lanza, Lorenzo Silva y Ángela Vallvey. Por si alguien sospecha que sólo algunos lugares tienen existencias dignas de ser llevadas al papel y dignas de ser recordadas en la ausencia.
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"No hay cosa de temor que no se nombre
con el nombre de ausencia justamente;
la ausencia es noche, porque, el Sol ausente,
hace que el mundo su tiniebla asombre;
la ausencia es muerte, porque muerto un hombre
mortales ojos no le ven presente;
la ausencia es deslealtad, pues que consiente
que se disfamen la opinión y el nombre.
Pues con un enemigo tan extraño,
justamente a la muerte se apercibe
quien, antes de venir, conoce el daño.
¡Oh, mal que en el principio el fin recibe!,
pues antes de llegar el desengaño
es desdichado quien ausente vive".