vividos, viajados o sencillamente imaginados






sábado, 29 de agosto de 2009

raíz y ausencia



"Si en Getafe no tenéis
quien esa belleza rara
no trate como queréis,
¿para qué os laváis la cara
con lágrimas que vertéis?
Si a cualquiera que os desea
le decís que de otra sea,
yo lo que diga pensando,
que de la corte llorando
vais y venís a la aldea.
Pero, aunque callar importe,
deciros será mejor,
sin que el temor me reporte,
que con cuidados de amor
vais y venís a la corte.
Si obliga a que no lo crea
conocer quien os desea,
¿qué tengo yo de pensar,
si en el campo y el lugar
andáis triste, y no sois fea?
Yo conozco quien os ama,
pero no os veo contenta
cuando os mira, cuando os llama;
otra ocasión os alienta
si no me miente la fama.
Vos lloráis, vos suspiráis;
bien puede ser que tengáis
otros dolores secretos;
pero con estos efetos,
doime a Dios si vos no amáis".





Estos versos dedicó Lope de Vega a la getafeña Inés en La villana de Getafe (estrenada en 1614), el primer texto literario ambientado en el pueblo en que nací. El prolífico (limito la valoración a su obra) escritor sitúa la historia en un Getafe lugar de paso, a rebufo de una Corte ("De buen talle/vienen de la corte y van /pasajeros por aquí") que ofrece diversión gratuita a la puerta de casa (“De Getafe es uso hacer labor a la puerta, /y ver los que pasan”).

De aquel Getafe el Hospitalillo de San José todavía abre su puerta a la calle Madrid, ese antiguo camino que llevaba a Toledo, a lo largo del que creció Getafe, y que tan graciosamente describiera Tirso de Molina en "De Madrid a Toledo"
"De Madrid a Getafe ponen dos leguas;
veinte son si la calle se pone en cuenta.
¡Jesús, qué larga! ¡Jesús, qué larga!
No me lleves por ella ..."
Menos gracia tiene la segunda obra ambientada en Getafe, fechada hacia 1620. Antonio Hurtado de Mendoza, cantor pelota del realsitio en que ahora vivo (prometo que la metáfora no alteró mi existencia), se marcó la siguiente perla en el "Famoso entremés Getafe"
"¡Oh Getafe, Aranjuez del mismo infierno!"

Por fortuna no termina aquí la nómina de escritores que buscaron la inspiración en Getafe. Ahí han seguido la estela Ricardo de la Vega, Silverio Lanza, Lorenzo Silva y Ángela Vallvey. Por si alguien sospecha que sólo algunos lugares tienen existencias dignas de ser llevadas al papel y dignas de ser recordadas en la ausencia.





"No hay cosa de temor que no se nombre
con el nombre de ausencia justamente;
la ausencia es noche, porque, el Sol ausente,
hace que el mundo su tiniebla asombre;
la ausencia es muerte, porque muerto un hombre
mortales ojos no le ven presente;
la ausencia es deslealtad, pues que consiente
que se disfamen la opinión y el nombre.
Pues con un enemigo tan extraño,
justamente a la muerte se apercibe
quien, antes de venir, conoce el daño.
¡Oh, mal que en el principio el fin recibe!,
pues antes de llegar el desengaño
es desdichado quien ausente vive".



Lope de Vega, La villana de Getafe

sábado, 22 de agosto de 2009

aquí estoy



Ahí te quedas, dije. Aquí estoy, huída a tiempo de la penúltima tormenta y a la espera de la caída lenta y previsible del agua, pero los cauces hoy siguen secos. La niebla se insinúa cada mañana, una promesa que es trampa de novatos, de ilusos viajeros que retienen sus lágrimas porque no saben de cursos que las recojan.


Mañana, dicen. Tal vez mañana rompa otra lluvia y será sin presa que la contenga. No habrá, único compañero, mas que un estanque olvidado, donde el surtidor breve insiste en refrescar las hojas de otoño prematuro.






viernes, 21 de agosto de 2009

clásicos de carne y piedra


Es otro el lenguaje de nuestros días, aunque todavía son muchos esos amigos de la historia de boca decimonónica que tan magro favor hacen a tan apasionante ciencia.
Aun así dejo en manos de uno de los popes de la historia del arte (y un decimonónico de los de verdad) la tarea de animar a los que aún no disfrutan del misterio encerrado y de la penumbra olorosa de las catedrales.





Persuasión grandilocuente y tópica la de Vicente Lampérez sobre la catedral de Burgos. Y sin embargo sagaz: antes de entrar en materia entrevió el cuerpo imponente bajo la bisutería de piedra.






“Cúpole, en efecto, a la meseta central de España y en ella más especialmente a Burgos, cuna de Castilla, recibir la arquitectura ojival importada desde los centros de mayor pureza de la nación vecina: el Dominio Real y el Anjou. En la comarca burgalesa, ya en el primer tercio del siglo XIII, aparece el estilo gótico de la Catedral de Burgos en todo el apogeo de sus formas, mientras que en otras comarcas españolas persistía el románico o dominaba la transición.
Es la iglesia mayor de la Caput Castellae, monumento de todos alabado. Su exterior pintoresco y movido y su interior lleno de obras maestras de todas las artes le dan justos títulos a esta celebridad”.

Vicente Lampérez Romea, Historia de la arquitectura cristiana española en la Edad Media

lunes, 17 de agosto de 2009

ahí te quedas







Ahí te quedas, semana de tormentas. Salgo hacia la lluvia que no sorprende, triste y serena. A mi regreso el aire caliente del que huyo será otro.












viernes, 14 de agosto de 2009

reino vegetal

Dicen que Ciro Bayo ya retrató al tirano de Hispanoamérica antes de que Valle Inclán lo inmortalizase con el nombre de Banderas. Es el propio Valle quien bautiza a Ciro Bayo como "Gay peregrino", tan escritor como andariego. Sus viajes por las colonias perdidas de Ultramar y por Europa no hacen sombra al paseo que -entre pícaro, aventurero y hombre de mundo, espíritu castizo- se da por España.
La obra, prologada en su día por Azorín, es una cadena de lugares que personas y personajes aliñan con sus costumbres; algunos como Murcia, todavía ajenos al fisgoneo burgués. Ciro Bayo sabe que para conocer una tierra hay que patearla, también para opinarla; aunque curioso, alegre y observador, prefiere la anécdota a los pareceres.






"Pasado el Sangonera, empieza una dilatada llanura, viéndose a lo lejos la alta torre de la catedral de Murcia.
La ciudad está rodeada por su famosa huerta, rival de las vegas de Granada y de Valencia; un magnífico vergel de vegetación espléndida, regado por el Segura y miles de acequias y canales. (…)





Después de la invasión agarena, Murcia, antes oscurecida, crece como por encanto y llega a ser capital de un reino. Calles y callejas que van desapareciendo, aunque lentamente; los cimientos de las murallas y aun algunos trozos de ellas que quedan en pie dan la razón.




Llegué a la portería de Santa Clara (...). Y me acordé de la máxima de Sebastopol: “Aquí estoy y aquí me quedo". Es decir, me senté en el banco del locutorio a descansar, porque había trotado mucho las calles y el sol picaba más de lo regular.
-¡Qué bien te sentaría –penaba yo-, aquí en la paz del locutorio, la sopa boba de las clarisas, servida por manos blancas de mujer!
Y como respondiendo a mi deseo, oí una voz, la de la tornera, que me decía:
-Hermano, ¿quería usted algo?
-Hermanita –contesté-, yo bien quisiera, pero no tengo con qué.
-No hace falta –repuso ella-".

Ciro Bayo, Lazarillo español

domingo, 9 de agosto de 2009

luces y "lumbreras"

Reencuentro con Luces de Bohemia, como con tantos otros libros que leímos a una edad supuestamente adecuada, pero que saboreamos si no con más matices, con otros distintos, ahora que cargamos bastantes más años en esa espalda que ya empieza a doler.

Y además y de paso y para compensar, aparición de Valle Inclán por aquí, del que entre otras cosas sabemos que endilgó unos cuantos litros de mala leche (motivos tenía) a Blasco Ibáñez.


Precisamente recordando el anticlericalismo revenido de Blasco Ibáñez, y releyendo la jugosa entrevista que el amigo Álvaro de la Rica realizó estas semanas atrás a Claudio Magris, he tropezado (yo iba a otra cosa) con un diálogo de Luces de Bohemia que me confirma de nuevo la perenne actualidad (a eso se le llama clásicos, ¿no?) del Gran Valle. Hoy como ayer en España seguimos mezclando las churras con las merinas. Así no vamos a ningún sitio.









De la entrevista:



"A. R. :-Y, si me permite preguntárselo, ¿cómo ve a España en este momento?
C.M.: -La sigo viendo plena de vitalidad. Sigo muy de cerca todo lo que ocurre y no se me escapa que atraviesa momentos difíciles, que está metida en la más dura prosa política y económica. Pienso que estará afrontando el problema con la seriedad que le caracteriza, aunque no se pueda estar siempre en una situación de máxima creatividad. Déjeme decirle, con todo respeto, pero con franqueza, que hay un aspecto que me parece inquietante de la situación actual. Me refiero a la contraposición insensata del catolicismo con un fundamentalismo laicista que me desagrada profundamente, y se lo dice un laico convencido; se trata de un feo eco del pasado del que debería liberarse, de una tensión autodestructiva y estéril".








Y de quien en el pasado se hacía eco de:


" DON GAY.- Es preciso reconocerlo. No hay país comparable a Inglaterra. Allí el sentimiento religioso tiene tal decoro, tal dignidad, que indudablemente las más honorables familias son las más religiosas. Si España alcanzase un más alto concepto religioso, se salvaba.

MAX.- ¡Recémosle un Réquiem! Aquí los puritanos de conducta son los demagogos de la extrema izquierda. Acaso nuevos cristianos, pero todavía sin saberlo.
(...)
DON GAY.- Maestro, tenemos que rehacer el concepto religioso, en el arquetipo del Hombre-Dios. Hacer la Revolución Cristiana, con todas las exageraciones del Evangelio.

DON LATINO.- Son más que las del compañero Lenin.

ZARATUSTRA.- Sin religión no puede haber buena fe en el comercio.

DON GAY.- Maestro, hay que fundar la Iglesia Española Independiente.

MAX.- Y la Sede Vaticana, El Escorial.

DON GAY.- ¡Magnífica Sede!

MAX.- Berroqueña.
(...)
DON GAY.- He caminado por todos los caminos del mundo, y he aprendido que los pueblos más grandes no se constituyeron sin una Iglesia nacional. La creación política es ineficaz si falta una conciencia religiosa con su ética superior a las leyes que escriben los hombres.

MAX.- Ilustre Don Gay, de acuerdo. La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte".



Ramón del Valle Inclán, Luces de bohemia

martes, 4 de agosto de 2009

claroscuros


“¡Qué hermosa resultaba la escapatoria! Solos y errantes; como si el mundo no existiera; como si toda la Naturaleza fuese para ellos; pasando por cerca de las alquerías dormidas, dejando atrás la ciudad sin que nadie se diera cuenta de aquel amor que, en su entusiasmo, se desbordaba, saliendo del misterioso escondrijo para tener por testigos el cielo y el campo”.


“Rafael sintió el roce de la vida misma de placer y pasión que absorbía en los libros como vino embriagador, y aunque de lejos, admiró en Milán la dorada y aventurera bohemia de los cantantes (…) Rafael recordaba este mundo extraño, visto ligeramente en los pocos días que permaneció en Milán. Se imaginaba la adolescencia de Leonora en aquella gran ciudad, formando parte del innumerable rebaño de muchachas que trota graciosamente por las aceras… La veía pasando por la Galería (…) mirando asombrada con sus ojazos verdes aquella ciudad fría y tumultuosa, tan distinta de los cálidos huertos de su niñez.”

Vicente Blasco Ibáñez, Entre naranjos


Los jardines de placer suplen en la distancia los campos plenos sin puertas. Allí no faltan los naranjos (ni los arrayanes, los bojes, los limoneros, los jazmines), transplantados para quedar ya entre rejas, acotados y ceñidos. Pero el jardinero no tiene suficiente, sigue empeñado en vigilar y aclimatar los arrebatos que los amantes han desplegado sobre la tierra y bajo la luz.

Sol o luna, esta luz entre naranjos es tan cierta como la sombra que Milán arroja sobre pasiones que no se agotan y pasados que no se esquivan. Al fin y al cabo hechos y deseos, como cualquier vida. Como las mismas novelas de Blasco Ibáñez, tenebristas, radicales hasta decir basta, sacadas de quicio, pero de vez en cuando gratamente cegadoras.