Es inevitable evocar a Chester Himes en una Semana Negra de Gijón. 29 de julio de 1909. Hace cien años que vino al mundo (para morir en España, sin casualidad). Y entre medias, novela negra en todos los sentidos y una biografía que él mismo tuvo el ojo de pasar al papel.
Este es uno de esos viajes que me doy de vez en cuando, como quien dice, sin salir de casa, y que hoy convierto en homenaje. El único homenaje al que he llegado a tiempo de estos aniversarios de 2009 (quedan pendientes Agustín de Foxá, Malcolm Lowry y Alejandro Sawa, mi selección de entre los muchosmás que se celebran).

"Iba a haber un gran baile en el Savoy y la gente hacía cola a lo largo de toda una manzana de Lenox Avenue, esperando para comprar las entradas. Ataud Ed Johnson y Sepulturero Jones, la famosa apreja de policías de Harlem, estaban encargados de mantener el orden.
Ambos eran altos, desgarbados, desaliñados, negros de aspecto común. Sus pistolas sin embargo no tenían nada de común. Exhibían revólveres del calibre 38, de fabricación especial, de cañón largo y niquelados, y en aquel momento los estaban empuñando.
Sepulturero se había colocado a la derecha de la cola, junto a la entrada del Savoy. Ataud permanecía a la izquierda, en la otra punta. Sepulturero apuntaba con su pistola hacia el sur, siguiendo la línea recta de la acera. Al otro lado, Ataud sostenía la pistola apuntando hacia el norte, también en línea recta. Había espacio suficiente entre esas dos líneas imaginarias para que pudieran caber dos personas juntas. Si alguien se salía de esa zona, Sepulturero gritaba: "¡Rectifiquen!" y Ataud como un eco "¡Queo!". Si el infractor no rectificaba inmediatamente, uno de los policías disparaba al aire. Las parejas de la cola se apretujaban como si estuvieran comprimidas entre dos paredes de cemento. La gente de Harlem tenía la certeza de que Sepulturero Jones y Ataud Ed Johnson se cargarían fríamente a cualquiera que se saliera de la cola".