"Cuando se trata de la Edad Media es preciso señalar, con algunas frases bien elocuentes, que, a despecho de la caballería, la cortesía y las catedrales, las gentes de la época eran hombres viles, brutales e ignorantes; los señores eran crueles, el clero disoluto, el pueblo miserable y hambriento. Si no se hace así, se pasa por ingenuo (...) Quien cae en este error, oirá recordar, con indulgente sonrisa, que la Edad Media estaba lejos de ser una época "idílica". Con lo que no se sabe muy bien dónde está la ingenuidad, pues, ¿hubo alguna vez una época que pueda calificarse de idílica? (...)
Se podría, a lo sumo, observar que lo que distingue una época de otra es la escala de valores. Así en el siglo XIX, el mismo término "valores" designa las acciones que pueden cotizarse en Bolsa; en la Edad Media se desgina con dicha palabra la estima que sus hazañas valen al caballero, su porte, su coraje, etc. (...)
En todo caso, nos hemos abstenido de adoptar el tono de censor murum y nos disculpamos por faltar así a la costumbre. El lector podrá desempeñar este papel si así lo desea.
A no ser que al ver lo que nos enseñan los documentos se sienta, como nos ha ocurrido a nosotros, menos inclinados a juzgar que a tratar de comprender".
Régine Pernoud, Leonor de Aquitania

Es el cine quien por nosotros, hijos del siglo XX, ha puesto cara a Leonor de Aquitania. Y es muy posible que éste haya sido el camino por el que he llegado a una biografía escrita en los años sesenta y que ha sido reeditada por Acantilado en el mes de junio. Nada que ver con la novela histórica. Es un trabajo de investigación novelado, donde la buena escritura hace amenos los datos. Una obra de análisis y de reflexión en la que la autora Regine Pernoud nos presenta una Edad Media, como cualquier edad de la historia del hombre, de luces y sombras, rompe la mirada romántica a aquel pasado, y nos desvela, tras el nombre de una mujer, una realidad aún más fascinante.
Leonor de Aquitania ejemplifica el espíritu y el carácter de una época. Más que por sus obras y logros, por estar en el vórtice de uno de los periodos más intensos de la Edad Media. Siglo XII. Política, viajes, música, intrigas, amores, poder. Reina por partida doble (esposa de Luis VII de Francia, luego de Enrique II de Inglaterra), madre de Leonor de Aquitania (la que casó con Alfonso VIII de Castilla e introdujo en la Península el primer gótico), de Ricardo Corazón de León y de Juan sin Tierra. Mantiene el pulso político al abad Suger o a Thomas Beckett. Ve cómo se inician las peregrinaciones a Canterbury y se levantan las primeras catedrales góticas. Participa en las Cruzadas. Su época es la de la pérdida de Jerusalén. Y también la de los legendarios Robin Hood y el sheriff de Nottingham. Reina de trovadores, en su corte maduran los cantares de amor cortés y resucita la leyenda de Arturo, punto de partida del conocido ciclo. Mujer itinerante, fueron etapas de su vida Burdeos, París, Poitiers, Chinon, Jerusalén, Londres, Salisbury, Canterbury, Castilla, Sicilia, Bizancio...
No es necesario ser aficionado a la historia para conocer estos hechos. Todos han alimentado la iconografía contemporánea del tópico medieval ya iniciado en el siglo XIX. Ahí, sin salir del cine, la época y los escenarios donde vivió y reinó Leonor de Aquitania desfilan en la pantalla: Tomas Beckett (Peter O’ Toole y Richard Burton), todas las versiones de Robín de los Bosques y los episodios de Arturo y su Corte, que han conmovido incluso a la factoría Disney; y película entre películas, la menos canónica, León en Invierno (Catherine Hepburn).
“Una vida de película”: la frase manida encierra una verdad. Del mismo modo que la protagonista, Leonor de Aquitania, ilustra una Edad Media más cierta.