No era una isla del Egeo, ni Nereo el Dios Padre. Llegaron a Samos siguiendo el cauce de leche, con las vieras por escamas, camino de Santiago; sin caderas, marcado el talle bajo, el cuerpo tatuado y las piernas inmóviles bajo el disfraz marino. Y dispararon sus pechos de piedra mientras murmuraban con sus bocas de agua. Y no les importó el error. Galicia también las hizo hijas suyas, desde su humedad y su mito.
“Siendo quien soy, amigo de las fabulosas imaginaciones, me acerco al patio en que está la fuente de las Nereidas. (…) Si la fuente ésta, en vez de ser gracia barroca, fuese invención medieval, de los días de las famosas peregrinaciones, ¡qué de leyendas no hubiesen podido surgir en el camino!”
"Y cuando los peregrinos hayan abandonado el camino de los montes y saluden alegres los valles pratenses, el monasterio de San Julián puede y debe ser la hospedería impar, el día de reposo soñado. Todo lo tiene Samos, desde el silencio sosegador del estrecho valle hasta la emocionada perfección de las ceremonias litúrgicas, el prestigio de la gran historia, el atractivo de la cultura monacal..."
Álvaro Cunqueiro, A vísperas en Samos
3 comentarios:
El monasterio de Samos, con su capilla del ciprés. Y el eterno dilema: ¿Samos o San Xil?
Rubén, el camino francés en su tramo gallego no lo controlo apenas. De momento me he tenido que conformar con pisar algunos de sus "referentes". Subí de Monforte (fuera del camino) a Samos y de ahí a Sarria. Luego en un aparte El Cebrero. Puntos como Portomarín o Triacastela aún no los conozco. Si algún día tomo "la línea recta" será por San Xil. Por cierto, tú venías del camino asturiano por Santa Eulalia de Bóveda. ¿Es así?
No, yo me desvié del camino francés para ver Santa Eulalia de Bóveda. El año pasado volví, pero ya en coche.
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