vividos, viajados o sencillamente imaginados






viernes, 26 de junio de 2009

guía romántica II

El señor de Bembibre como un viaje. Los personajes transitan -viven, aman y mueren- por los caminos y lugares de El Bierzo. Y allí Carracedo es el espíritu de esa región que tan bien conoce el autor. Hoy en ruinas, sólo intenta lucir su mimada osamenta de piedra.





"En la margen izquierda del río Cúa, poco más abajo de Cacabelos y en un sitio fértil, risueño y deleitoso tal vez en demasía para la austeridad y recogimiento de la vida monástica, está asentado el monasterio de Carracedo, el más sobresaliente del Bierzo y que antes de la caída de las órdenes religosas gozaba en la de San Bernardo de una consideración y riqueza de primer rango. Cércanle por todas partes praderas y huertas fertilísimas, frondosos arbolados y campos de pan de maíz y de lino, surcados por arroyos puros y cristalinos que mantienen en ellos una perpétua verdura. Es allí el cielo tan sereno y claro, tan benigno y templado el aire, tan fecunda la tierra y tan variada la armonía de los infinitos pájaros que cantan en sus sotos, que el buen rey don Bermudo II el Gotoso que le fundó en 990, no pudo buscar marco menos a propósito para un cuadro grave y religioso".










"Don Álvaro se apeó en el patio, y acompañado de dos monjes que bajaron a su encuentro... se encaminó a la cámara de respeto en que solía recibir el abad a los forasteros de distinción... gracioso aposento con ligeras columnas y arcos arabescos, con un techo de primorosos embutidos, al cual se subía por una escalera de piedra adornada de un frágil pasamano. Una reducida pero elegante galería le daba entrada, y recibía luz de una cúpula bastante elevada y de algunos calados rosetones..."


Enrique Gil y Carrasco, El señor de Bembibre

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