La Vía Láctea de Buñuel es una peculiar crónica del peregrinaje. Estos viajes suelen amenizarse con historias y anécdotas teñidas de picardía y frivolidad, al modo de los Cuentos de Canterbury.
Pero Buñuel prefiere un camino menos llevadero, con un hilo conductor que resulta incluso indiferente o lejano. No cabe duda de que trasladar a la pantalla un manual de herejías es arriesgado.
De todas maneras, nunca lo será tanto como la decisión del peregrino, cuando no sabe qué flecha seguir.
"Algunos sueñan en un universo infinito, otros nos lo presentan como finito en el espacio y en el tiempo. Heme aquí entre dos misterios tan impenetrables el uno como el otro. Por una parte, la imagen de un universo infinito es inconcebible. Por otra, la idea de un universo finito, que dejará algún día de existir, me sumerge en una nada impensable que me fascina y me horroriza. Voy de una a otra. No sé".
Luis Buñuel, Mi último suspiro
5 comentarios:
Yo siempre seguía el camino sin asfaltar, aunque fuera más largo. Muy audaz el que pintó el cartel, aunque pretender indicar a los demás qué camino es el del corazón... Eso es siempre una elección personal, y no fácil.
Buñuel es un visionario con los pies en el suelo .#.
Lo del corazón me llamó la atención, una propuesta personal. Será lo de tantos caminos como peregrinos. Buñuel uno más.
Es una de las cuestiones que más me intrigan ¿dónde están las paredes del universo? ¿estarán pintadas al gotelé? ¿se abrirá en ellas alguna ventana que nos deje asomarnos al universo del vecino? ¿tendrá piscina el jardín del universo?... Por cierto, en el Camino de Santiago lo infinito son el número de ampollas que te pueden llegar a salir en los pies, las muy hijas de puta
Al peregrino de las ampollas: me consta que sigues gastándote, flecha afilada, esa misma lengua de siempre :)
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