Todavía determinados lugares de la costa nos regalan sensaciones que hoy suponemos propias de tiempos pasados.
Lo que cuenta Rusiñol de Sitges, cuando lo descubre en los años que cierran el siglo XIX, sigue siendo cierto.
“El pueblo de Sitges, como la mayor parte de sus hermanos de la costa, es una nota blanca destacando sobre una nota azul. Un grupo de casas extendidas al pie de su rosada iglesia, un alto peñón, una playa, algunas calles en declive limpias como la arena y el mar; es todo lo que contiene este nido de la costa. Poco es, en verdad, es probable que penséis, pero deteneos en él, respirad su brisa, y bañaos en su sol, gozad de su sombra y de su soberana quietud, acostumbraos a su dulce placidez y veréis el atractivo inmenso que tiene este país de la luz”.
Santiago Rusiñol, La nostalgia de dos patrias
2 comentarios:
Sitges es para mí Terra Incognita. Parece un buen lugar para perderse.
Yo conocí esa tierra de modo indirecto: no decidí el destino, no era un viaje de descanso. Una sorpresa. No la imaginaba así. Si Rusiñol la eligió para vivir en ella, en su Cau Ferrat, por algo sería...
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