“El sol seguía declinando. (…) La ciudad que tenía ante mí había dejado de ser Venecia. Su personalidad, su nombre me parecían como ficciones mentirosas que ya no tenía el valor de infundir a las piedras. Veía los palacios reducidos a simples partes y cantidades de mármol parecidas a cualesquiera otras, y el agua como una combinación de hidrógeno y de nitrógeno, eterna, ciega, anterior y exterior a Venecia, ignorante de los dux y de Turner. Y, sin embargo, aquel lugar cualquiera era extraño como el lugar al que llegamos y no nos conoce todavía, como un lugar que hemos dejado y que ya nos ha olvidado. (…) Pero al mismo tiempo aquel lugar mediocre me parecía menos lejano. En el estanque del arsenal, debido también a un elemento científico, la latitud, había esa singularidad de las cosas que, aunque semejantes en apariencia a las de nuestro país, resultan extranjeras, en destierro bajo otros cielos”.
Marcel Proust, En busca del tiempo perdido
Dejé parada la lectura. Justo ahí, tras las últimas páginas de “La fugitiva”, las que relatan y evocan el tan deseado viaje a Venecia. El ritmo era el de un libro cada año. Ya han pasado tres. Bien es cierto que durante ese paréntesis disfruté “Los placeres y los días” que me llegaron en forma de regalo. Pero sigo sin querer adentrarme en “El tiempo recobrado”, porque aún no sé si es el momento de dejar de perder el tiempo. Hay miedo a seguir. Y falta de valor para marcharse, el miedo a llegar, como dicen Vetusta Morla. Y recuerdo la afirmación de Canetti "no hay nada que el hombre tema más que el toque de lo desconocido". Ese miedo a dejar la rutina, sin saber responder ¿qué puede más, la emoción o la razón? El miedo a perder el control (Ian Curtis lo supo muy bien). Tal vez sea más difícil aún reconocer el miedo, que se tiene miedo. Esas verdades a medias que llevan a la incertidumbre, el miedo de Firmin, el cónsul de Malcolm Lowry, y el alivio momentáneo antes de advertir que le han disparado. Ojalá fuesen los sustos espectrales de Halloween, los de Shaggy y Scooby-Doo, que te hacen poner cara de tonto y cobardica y que no pasan de ser miedo previsible, reconocible, acotado. Porque el miedo no es conciso, es difuso, indefinido, sin amarras en el espacio, mucho menos en el tiempo. Ojalá fuese temor como anécdota, insignificante en el miedo, pero sucede que el miedo abarca mucho más.
16 comentarios:
Qué foto. Ya que mentas a Ian Curtis, podría ir perfectamente como cubierta de un disco de JOY DIVISION o de OMD. Ya sabes, Peter Saville.
Y el texto propio, valga la redundancia, realmente da mucho miedo. Con un punto conradiano.
Y tanto que abarca mucho más, lo abarca todo.
Me gusta lo bonito, aunque no sea capaz de producirlo, al menos en el mundo de las letras.
Seré repetitiva, me lo puedo permitir: Magdalena, siempre me gustan más tus textos.
No escribía mal, el chaval.
La chavala del blog tampoco escribe mal.
La foto es preciosa.
Que reseña tan perfecta,¿sabes? Proust es mi eterno pendiente, al inicio de cada año, cuando nos hacemos todos esos propósitos y no cumplimos casi nunguno, pues entonces me digo, me propongo leerl toda su obra; todavía no lo he conseguido, solamente he leido uno de sus libros y mira que le tengo ganas.
Un abrazo
Fernando, ahí esta la famosa del Blue Monday (New Order) y la que dicen es la mejor portada de todos los tiempos (Unknown Pleasures - Joy Division). A Ian Curtis quiero volver a recordarle en mayo, ya 30 años de su desaparición. El otro día estuve viendo Control, de Anton Corbijn, y me fascinó. Fotos como esas nebulosas de AC (las de las portadas de Echo and the Bunnymen, p. ej.), fotos como esas son las que yo quiero hacer.
Debo reconocer que no he leído a Conrad, siguiendo la redundancia, me da mucho miedo. Sé de quien ha leido a Conrad y le ha dejado un "no está mal" y ahora está a la mitad del viaje de Cèline maravillado.
Espero seguir siendo una de "tus queridas fotógrafas". La verdad es que me ha costado, esta foto en concreto, recuperarla, hay más así (de la era analógica)en el blog : están pasadas por scanner, y no quedan igual.
Rubén, el miedo, además, está en todas partes. Habrá que aprender a burlarlo.
Icíar, también me obligas a mí a repetirme: gracias. Me gusta saber que estás ahí.
Blanco esta vez es el que ha ido más lejos (y la verdad, muy simpático, lo más incierto es lo de chavala:)).
Me animáis ¿demasiado?
Madison: lo de Proust es más eficaz que un spa o un taller de relajación. Engancha y no tiene efectos secundarios nocivos (salvo el batacazo de volver a la realidad). Es sólo una opinión (no me gusta recomendar).
El Corazón de las tinieblas es una maravilla.
Blanco, tomo nota. De ese libro es del que más he oído hablar ( es el de la referencia, en concreto).
De Conrad leí hasta la fecha tres libros (los dos que dan títulos a iniciativas mías -LA LINEA DE SOMBRA y EL CORAZON DE LAS TINIEBLAS- y el primero me aburrió -confieso que de historias marítimas el único que me ha conmovido hasta el momento ha sido Melville- y el segundo, ya puesto el chip en APOCALYPSE NOW y en ADIOS AL REY -o sea, en las relecturas cinematográficas de Coppola y Milius sobre la obra de marras-, me decepcionó un poco y me recordaba a páginas africanas del VIAJE AL FIN DE LA NOCHE). Por ahora sólo he disfrutado como un adolescente leyendo un novelón (la misma emoción que sentí hace evos con Verne o con Melville o con Kipling) con NOSTROMO. Ahí sí que Conrad me llega al punto G de mis bulimias literarias.
Sobre las fotos, otra digna de ampliarse y exponerse es la que has colocado ilustrando tu entrada última en el LUMINAR. Por cierto, también inquietante y tenebrosa, por abundar en el título de este hilo.
Los comentarios a los que hacía referencia, Fernando, eran muy similares: "el paralelo sobre las páginas africanas". Había algo de decepción ante una obra tan aireada. No me va a quedar más remedio que leer El Corazón paa opinar. Ya sabía yo de los títulos tomados en tus proyectos, el shadowliner. Sobre las fotos, muchas gracias, son de Sobrado de los Monjes (uso plural porque hay alguna más en esa línea)"Exponerse y ampliarse" ya es más difícil que el blog ¿no? hoy vengo de un jurado de fotografía y la verdad es que se hacen cosas muy buenas por ahí, sin ser profesionales.
Tienes un blog francamente original.
Gracias y bienvenido, estonetes. Haré una visita más detenida por tu espacio, así, de entrada, Murakami: engancha, verdad?
Estoy de acuerdo con el Zurdo en cuanto a Nostromo, de los que he leido de Conrad, entre ellos por supuesto El corazón de las tinieblas, Nostromo es el que más me ha gustado, además en la edición de Valdemar.
Por cierto estos días estoy releyendo el libro titulado El fantasma del rey Leopoldo, una joya de libro, viene a cuento porque como El corazón de las tinieblas, también habla del congo y las barbaridades que se cometieron con todos sus habitantes por aquella época.
Tampoco soy de recomendar libros, pero en ese caso os digo...¡leedlo!
Al miedo hay que tratarlo de tú, con respeto pero sin miedo. Al miedo se le reta, se le contradice, se le reta. No hay que dejar que el miedo se siente siempre a la mesa. Hay que saber decirle que no es bienvenido, que no pasa nada porque se vaya a dar un garbeo y nos deje en paz.
Magdalena, primero, me uno al coro: maravillosa y mágica fotografía, como ya dije, es aquí a donde vengo cuando necesito un poco de magia.
Segundo: buenísimo texto. Y, aunque parezca mentira, he venido aquí para relajarme después de haber leído sobre pintura y cómo mostrar algo tan palpitante y a la vez abstracto como el miedo.
Tercero: me asombra. Aunque reconozco, sería una estupidez no hacerlo, la calidad de Proust, no me gusta mucho, pero, sobre todo, aunque reconozco también la de Conrad, ¡no puedo con él!.
Sospecho la razón con respecto a Conrad,pero no he encontrado todavía la de Proust. En cualquier caso, me han encantado estas afinidades.
Un abrazo.
Madison ¿puede ser que acabe leyendo a Conrad antes que tú a Proust?
Anónimo, no es casual que según se aleja el miedo vengas a ocupar su lugar. Que nos deje en paz por mucho tiempo (y cuéntame cómo se le reta).
Bel, agradecida. No puedo entrar en tu espacio, siento no poder decir allí cosas parecidas. R me ha parecido fantástico. Intenté dejar otro mensaje sobre Watteau: sabía del ambiguo ir y venir de "los galantes" a Citerea, pero no de la existencia de dos versiones de la obra. Gracias por la nota. Quede dicho aquí.
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