¿Quién dijo que viajar es placentero? Esto no es viajar. Son cosas de las obligaciones protocolarias. Y además, al estilo de los circuitos turísticos que nos contaba Gila, desilusión ante el tópico monumental incluida. Enrique Jardiel tampoco disfrutó del viaje (bueno, sí, mientras lo relataba), su libro no fue entendido. No se trataba de un ataque a la divinidad, sino a la estupidez humana.
Nota: me ha sido imposible encontrar fresa de Aranjuez para la fotografía.
“El centro de España era la provincia de Madrid, y el centro del centro, el Cerro de los Angeles. Dios iba a descender junto al monumento a su Hijo.
"LUEGO VISITARE LO RESTANTE".—También esto aparecía claro. Visitada España, Dios se dirigirá a visitar el resto de la Tierra.
"MI PRESENCIA SERA EN EL CENTRO, el Cerro de los Angeles. Dios iba a descender junto al monumento a su Hijo.
"LUEGO VISITARE LO RESTANTE".—También esto aparecía claro. Visitada España, Dios se dirigirá a visitar el resto de la Tierra.
"MI PRESENCIA SERA EN EL CENTRO, el Cerro de los Angeles. Dios iba a descender junto al monumento a su Hijo.
Dios acentuó otra vez su sonrisa, y perdiendo la mirada en el árido paisaje que corría ante la ventanilla, al fondo del cual aún se distinguía la cúspide del Cerro de los Ángeles, dejó escapar:
-¡Los reporteros!... ¿Qué vas a mi a decirme, hijo, que vas a mí a decirme?...
Suspiró:
-He conocido de cerca los primeros reporteros de la Tierra, …me refiero a los evangelistas…Todos fueron testigos presenciales de la catástrofe, y sin embargo, cada cual contó la cosa de un modo diferente…
-¡Los reporteros!... ¿Qué vas a mi a decirme, hijo, que vas a mí a decirme?...
Suspiró:
-He conocido de cerca los primeros reporteros de la Tierra, …me refiero a los evangelistas…Todos fueron testigos presenciales de la catástrofe, y sin embargo, cada cual contó la cosa de un modo diferente…
La multitud estuvo a punto de arrollar a Dios.-
Hubo que escoltarle hasta Getafe y con ese motivo se produjeron desórdenes y víctimas.-
EN ARANJUEZ
En Aranjuez le dieron fresa de otra parte, lo que le hizo preguntar:
-Para comer fresa de Aranjuez, ¿adónde hay que ir?
Y se le contestó que a Valencia (Añadiéndole que para comer naranjas de Valencia tendría que ir a Londres.)
En Aranjuez le dieron fresa de otra parte, lo que le hizo preguntar:
-Para comer fresa de Aranjuez, ¿adónde hay que ir?
Y se le contestó que a Valencia (Añadiéndole que para comer naranjas de Valencia tendría que ir a Londres.)
EN SEGOVIA Y ANTE EL ACUEDUCTO
…cuando le dijeron que el Acueducto había sido construido en una sola noche por el Diablo, protestó despectivamente:
-¡Ése qué va a hacer!
EN TOLEDO
Toledo no le gustó.
-Hay demasiadas cuestas, demasiados cadetes, demasiado mazapán y demasiadas posadas donde se han escrito libros famosos”.
Toledo no le gustó.
-Hay demasiadas cuestas, demasiados cadetes, demasiado mazapán y demasiadas posadas donde se han escrito libros famosos”.
Enrique Jardiel Poncela, La “Tournée” de Dios
4 comentarios:
Ya me lo estoy imaginando, en bermudas y la cámara de video al cuello, resoplando en esas cuestas toledanas por las que no sube ni Dios.
Le falta a Jardiel comentar las tabernas donde Dios reponia fuerzas, que seguro que han sido y son "divinas"
Hoy día le contestarían en Aranjuez que hay que bajar a Lepe a comer fresa. Y en Lepe ¿negarían que ellos son los que se esconden en tantos chistes?
Pues sí, os veo a todos chistosos. Así me gusta. Y es que el ingenio de don Enrique da mucho pie (no era de Lepe).
Rubén, de tanto resoplar, aquel día terminó con una de truenos. Y de las tabernas, pues también nos lo cuenta. Parece ser que los de protocolo le habían preparado "Whiskys de honor en varios cabarets", pero prefirió escaquearse para frecuentar los bares de siempre (en los que debía pasarse el día…):
“Después de almorzar se iba a tomar café a algún bar de Cuatro Caminos, Pardiñas o Puente de Vallecas. Prefería los barrios extremos y populares, y allí al aire libre, instalado en una
de las mesas de la terraza del bar elegido, saboreaba el "mitad y mitad”…
El era feliz en el incógnito y sostenía largas conversaciones con los camareros del bar, con obreros que se sentaban a tomar unas cañas, con soldados, con criadas, con chauffeurs.
…De cinco de la tarde a nueve de la noche solía pasear con Perico Espasa y el doctor Flagg, que, ya uno, ya otro, y con frecuencia los dos a la vez, iban a buscarle al bar de turno".
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