Wilde hace decir a Herodes "No hay que buscar símbolos en cada cosa que vemos. Haría imposible la vida". Una de las aparentes y arrolladoras contradicciones de Wilde, tan simbolista él, y tan pragmático. Porque la metáfora proclama un deseo, pero a veces éste exige ser enunciado de modo directo para que se entienda y se consiga. Y si aun así no te lo ponen en bandeja, siempre queda rebanar el cuello que se te resiste y pasar del dicho al hecho.
"Tus cabellos se parecen a racimos de uvas, a racimos de uvas negras que cuelgan de las vides de Edom en el país de los edomitas. Tus cabellos son como los cedros del Líbano, como los grandes cedros del Líbano que dan sombra a los leones y a los ladrones que quieren esconderse durante el día. No son tan negras las largas noches negras, las noches en que la luna no se deja ver, en que las estrellas tienen miedo. No es tan negro el silencio que mora en los bosques. No hay nada en el mundo tan negro como tu pelo... Déjame tocar tu pelo".
Así se expresa Wilde por boca de Salomé: recoge el caudal erótico que emana de la naturaleza y lo convierte en palabras al estilo de El Cantar de los Cantares. Es sabido que Wilde tiró de Libros Sagrados más allá de la inspiración del tema. Y si bien la Salomé de Wilde, como las salomés del XIX (sirva de ejemplo la serie de Gustave Moreau) está marcada por la sucesión de símbolos -una moda que parece parodiar-, no es menos cierto que se trata de una obra de hechos tangibles y literales. La tensión entre forma y significado, potencia y acto pauta los acontecimientos.
6 comentarios:
Wilde, como tantos otros escritores espirituales, a diferencia de los místicos, jugaba a expresar la noche del alma, pero sus dibujos eran también nocturnos de luces, o sea que nunca hubo, de verdad, noche, hasta el De Profundis y la Balada de la Cárcel de Reading.
"La creación es un templo donde vivos pilares
hacen brotar a veces vagas voces oscuras;
por allí pasa el hombre a través de espesuras
de símbolos que observan con ojos familiares..."
"Naturaleza es templo donde vivos pilares
dejan salir a veces una palabra oscura
entre bosques de símbolos va el hombre a la ventura
símbolos que le miran con los ojos familiares", esta es otra traducción, la de Ángel Lázaro.
Rubén, como dice Álvaro a propósito de Wilde, Baudelaire tampoco ejerció de místico. Wilde jugaba como jugaba Baudelaire, ambos no aspiraban más que a ser sublimes. Álvaro, veo que lo del juicio (y derivados)a Wilde le tocó muy dentro. Sé de su edición por tu blog.
Muy dentro. El mejor testimonio es la narración que hace André Gide de su visita a Wilde recién llegado a su exilio en Francia. Si no lo conoces, no dejes de leerlo.
Mucho mejor así, tomé la que primero me salió al paso.
Rubén, no pretendía corregir. De hecho quise cotejarlo además con el texto como aparece en las Obras Completas, pero lo tengo prestado.
Álvaro, gracias por el apunte (no conozco el texto de Gide).
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