vividos, viajados o sencillamente imaginados






viernes, 14 de agosto de 2009

reino vegetal

Dicen que Ciro Bayo ya retrató al tirano de Hispanoamérica antes de que Valle Inclán lo inmortalizase con el nombre de Banderas. Es el propio Valle quien bautiza a Ciro Bayo como "Gay peregrino", tan escritor como andariego. Sus viajes por las colonias perdidas de Ultramar y por Europa no hacen sombra al paseo que -entre pícaro, aventurero y hombre de mundo, espíritu castizo- se da por España.
La obra, prologada en su día por Azorín, es una cadena de lugares que personas y personajes aliñan con sus costumbres; algunos como Murcia, todavía ajenos al fisgoneo burgués. Ciro Bayo sabe que para conocer una tierra hay que patearla, también para opinarla; aunque curioso, alegre y observador, prefiere la anécdota a los pareceres.






"Pasado el Sangonera, empieza una dilatada llanura, viéndose a lo lejos la alta torre de la catedral de Murcia.
La ciudad está rodeada por su famosa huerta, rival de las vegas de Granada y de Valencia; un magnífico vergel de vegetación espléndida, regado por el Segura y miles de acequias y canales. (…)





Después de la invasión agarena, Murcia, antes oscurecida, crece como por encanto y llega a ser capital de un reino. Calles y callejas que van desapareciendo, aunque lentamente; los cimientos de las murallas y aun algunos trozos de ellas que quedan en pie dan la razón.




Llegué a la portería de Santa Clara (...). Y me acordé de la máxima de Sebastopol: “Aquí estoy y aquí me quedo". Es decir, me senté en el banco del locutorio a descansar, porque había trotado mucho las calles y el sol picaba más de lo regular.
-¡Qué bien te sentaría –penaba yo-, aquí en la paz del locutorio, la sopa boba de las clarisas, servida por manos blancas de mujer!
Y como respondiendo a mi deseo, oí una voz, la de la tornera, que me decía:
-Hermano, ¿quería usted algo?
-Hermanita –contesté-, yo bien quisiera, pero no tengo con qué.
-No hace falta –repuso ella-".

Ciro Bayo, Lazarillo español

0 comentarios: