vividos, viajados o sencillamente imaginados






sábado, 24 de enero de 2009

rara avis

Extraña y cercana, tanto que invita al paseo, excita la curiosidad y alimenta los pensamientos. Unamuno ha elegido Braga (eterna rival de Compostela) para retratar certeramente al viajero sin guía y sin brújula, ese que juega a ser aventurero, boquiabierto frente a la momia de un obispo enano, o ante un loro más puñetero que exótico. Entre flanear (voy a hacer mía esta palabra recién descubierta) y filosofar parece que no haya diferencia: formas de ocupar placenteramente el tiempo.



"Visito unas iglesias más, todas iguales y todas insignificantes... y luego a callejear, a "flanear", como decimos con un galicismo que expresa algo muy castizo español.

¡Qué encanto esto de recorrer a la ventura calles por una ciudad que no se conoce! Perderse y volver al mismo sitio, descubrir que este callejón lleva a aquella plazuela que ya vimos, satisfacer así a poca costa el instinto del descubridor de nuevas tierras (Estamos en Portugal). Con frecuencia el loro: Brasil fue de Portugal y hoy Portugal es casi del Brasil.

... ¿Quién será aquel filósofo sentado allí al pie de aquel tilo? ¿Me pondré al habla con él? No, no sea que me estafe; quiero decir, no sea que me resulte no un filósofo, sino un simple holgazán. Pero ¿es que los filósofos son algo más que unos holgazanes? Los portugueses no son, según confesión propia, filósofos, es decir, metafísicos, lo cual no quiere decir, claro está que no sean holgazanes".


Miguel de Unamuno, Por tierras de Portugal y de España

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