vividos, viajados o sencillamente imaginados






jueves, 27 de noviembre de 2008

mitología manchega

Fueron entonces los días en que llegó a este rincón, desde la florentina Piazza della Signoria, un rapto de sabina por abrazo de varón. Hoy aquel abrazo es rapto en plaza española, en casino de horas presurosas, entre reojos al reloj, relevo de vasos y conversaciones que siempre son promesa.
Y dicen que por menos de lo que entonces contó -y cómo- García Pavón, fue prohibido Henry Miller en los tiempos de la censura.

"Manuel González, alias Plinio, jefe de la GMT, y su amigo y cooperito Don Lotario, el que las bestias curaba (y lo digo en pretérito, porque desde la rebelión de los tractores su profesión de veterinario quedó hueca), luego de haber tomado café, copa, faria y consumido todos los turnos imaginables de conversación con amigos y allegados, salieron del Casino de San Fernando para estirar un poco las piernas (...).

Sabido es que en los pueblos, e incluso en las capitales importantes, si no hay faena, los pantalones se arrugan que es un dolor. Cuando en los casinos se está mucho tiempo, todas las energías del cuerpo se van en bostezar, hacer aguas, echar pitos y castigar las entrepiernas de los zaragüelles. En los casinos de los pueblos se ven muchos bordes de braguetas amarillentos por el pis, otras tantas bocas abiertas expeliendo esos suspiros de goma con olor a especias que son los bostezos. Hay bostezantes muy machos que se quedan con la boca abierta mucho rato y la lengua abatida entre las ringlas de muelas pajizas, como si quisieran tragarse la tarde de una puñetera vez".
Francisco García Pavón, El rapto de las sabinas

sábado, 22 de noviembre de 2008

peregrinos



No es frecuente que un escritor justifique su inspiración y trufe su poesía con una exposición de motivos. Más aún si este escritor es del siglo XIII.
¿Cómo serían las metas del peregrino por entonces? Sin Obradoiro barroco. Sin Vaticano miguelangelesco ni berniniano. Tornadizo aspecto de las ciudades sobre el que prevalece el sentimiento.



“Y escribí el soneto que comienza Peregrinos que pensando vais. Y dije “peregrinos” según el sentido estricto: en sentido amplio peregrino es todo aquel que está fuera de su patria; en sentido estricto, sólo es peregrino quien va hacia la casa de Santiago o vuelve de ella. Conviene saber que las gentes que caminan para servir al Altísimo reciben propiamente tres nombres: se les llama palmeros si van a ultramar, de donde muchas veces traen la palma; peregrinos, si van a Galicia, ya que Santiago fue sepultado más lejos de su patria que ningún otro apóstol; romeros, si van a Roma, que es adonde iban estos que llamo peregrinos.
No divido este soneto, pues lo explica suficientemente su razón.

Peregrinos que pensando vais en algo que quizá no está presente,
¿venís de tan lejana tierra, como vuestro aspecto muestra,
que no lloráis al cruzar la ciudad doliente por su centro,
como personas que nada parecen comprender de su tristeza?
Si os quedáis a oírlo, el corazón entre suspiros me dice que luego marcharéis llorando.
La ciudad ha perdido a su Beatriz;
y las palabras que pueden decirse de ella tienen el poder de hacer llorar a los demás”.

Dante, La vida nueva

martes, 18 de noviembre de 2008

y vivir sin verlo

"Estar satisfecho de todo no posee el encanto que supone mantener una lucha justa contra la infelicidad, ni el pintoresquismo del combate contra la tentación o contra la pasión fatal o una duda. La felicidad nunca tiene grandeza (...)"
"La máquina gira, gira, y debe seguir girando siempre... las ruedas deben girar continuamente pero no al azar".

Ya se sabe, ojos que no ven... Pero pasado el tiempo se ha comprobado que el soma no es cien por cien efectivo. Por ejemplo, hay propuestas para cobrar entrada a la puerta de los campos de etiqueta (llámense parques naturales o reservas de la biosfera).
Huxley ahí no estuvo ágil: lo del desarrollo sostenible se le escapó.

"Londres se empequeñecía a sus pies. En pocos segundos, los enormes edificios de tejados planos se convirtieron en un plantío de hongos geométricos entre el verdor de parques y jardines (...)

Las prímulas y los paisajes, explicó, tienen un grave defecto: son gratuitos. El amor a la naturaleza no da trabajo a las fábricas. Se decidió abolir el amor a la naturaleza ... pero no la tendencia a consumir transporte. Porque era esencial que siguieran deseando ir al campo aunque lo odiaran".
Aldoux Huxley, Un mundo feliz


miércoles, 12 de noviembre de 2008

ver sin vivir



"No tuve más remedio que apencar con Viella, capital del valle de Arán, que como paisaje de valle, dudo mucho que haya nada semejante en el mundo, pero que como secretaría judicial… En los tiempos (1927) en los que fui a tomar posesión de mi destino, por el mes de noviembre, para llegar a Viella había que pasar por Francia, porque el valle de Arán quedaba incomunicado por las nieves con España...
Llegamos a Viella una tarde a las cuatro.
-Vamos a la fonda –insinuó el juez-; vendrán ustedes cansados. Nos sentaremos a la lumbre, que ya va haciendo fresco.
Lo que hacía era un frío endemoniado. (…)
-¿Cenarán ya? – pregunto.
-¿Ya?
Miré el reloj. Las cinco menos cuarto. El juez sonrió.
-Aquí la costumbre es cenar a estas horas, porque en cuanto es de noche el frío impele a uno a la cama.
-Pero ¿a que hora impele?- me atreví a demandar.
-Pues sobre las ocho. Antes solemos jugar una partida de tute. (…)
-Dígame, señor juez ¿y mañana a qué hora sale el autobús para Foix? …
-¿El autobús? ¿Mañana? … ¿Por qué lo pregunta usted?
-Por nada, porque yo, con el permiso de usted, pues mañana, a la hora que salga el autobús…, a lo mejor… pues nos vamos de aquí mi mujer y yo.
-Pero ¿adónde?
-¿Cómo que adónde? Adonde sea, a Francia, a España, a París, a Madrid...; pero acostarme a las ocho de la noche, de ninguna manera.
… Y nos fuimos al día siguiente a las siete en punto de la mañana”.

Antonio Díaz-Cañabate, Historia de una taberna






Lugares que vemos y no vivimos. Es divertido y aventurero y culto cambiar de aires unos días, observar con altivez de entendido las costumbres del paisanaje, preguntar por sus sencillas condiciones de vida, pasear entre la rusticidad de sus viviendas. Todo en las antípodas de las comodidades de ciudad, para convertirse en tema de conversación de trotamundos ocasional ya ansioso de regreso. Son rincones perdidos que nos venden bajo el lema "con encanto", falsos descubrimientos que compramos para alimentar nuestra frivolidad.

viernes, 7 de noviembre de 2008

la maja desnuda

Quitarse la ropa y quedar despojada de su rango de catedral fue todo uno. La Seu Vella, desdeñosa de retablos y altares, relicarios y baldaquinos, muestra sus líneas en la cima de Lérida, templada en su sangre, su nervio y su hueso ...


Y así ha cautivado el ojo del gentil, ese que no se encandila con la que se asienta en los bajos de la ciudad, la oficial, catedral antes monalisa que maja vestida, la de túnica talar de seda, gélida, neoclásica, la que no se asoma por estas páginas.


"La catedral es un cascarón vacío (...) Pero la desnudez realza su arquitectura. Al ser ésta lo único a la vista, su estilo es más evidente y sus detalles se pueden apreciar mejor; desde las bóvedas a las columnas, desde los nervios de aquellas al espectacular cimborrio que da luz a todo el templo y el altar.

El claustro se abre a los pies del templo... El viajero está tan impresionado que sólo tiene ojos para los afiligranados arcos, altos como si fueran de triunfo y anchos como miradores, y para la vegetación que se atisba a través de ellos... "

Julio Llamazares, Las rosas de piedra

lunes, 3 de noviembre de 2008

la línea roja

Y me dirás que no valen metáforas ni símbolos.

Pues aunque fuera un cadáver desnudo
por la presión del deseo estoy mudo
esta es la ley del embudo
sí señor.
Y con los brazos en cruz
te me haces transparente
y eres como una balanza
con las pesas
colgando por dentro.
Y siento agujas de hielo
en tu aliento
y sé que hay gente
esperando en la calle
eres un valle salado
yo soy noctámbulo viento.
Dices que soy un vulgar caradura
pero tú te aprovechas de la luz al bailar
y se te ve la costura
de hilo rojo infinito.
Radio Futura, 37 grados