vividos, viajados o sencillamente imaginados






domingo, 31 de agosto de 2008

todos iguales







Coleccionar. Primero fueron los tesoros medievales, luego las cámaras de las maravillas renacentistas, sin salir de los palacios, nobles o regios. Había de todo, como en un bazar del lujo, como en una botica preparada contra el mal del tedio. La Ilustración inventa el edificio exento para albergar esas obras únicas con cierto criterio, más que nada porque ya no cabían en casa. Y vinieron las guerras, las conquistas y los botines arrebatados. Y aún hubo tiempo para que los eruditos pusiesen orden -al servicio de las identidades nacionales- a tanto caos de arte y cultura. Hoy, cuando la individualidad es un pecado político, porque sólo la economía hace al hombre, ésto de los museos queda en infantil y mercantil intercambio de cromos, que se pegan en cualquier hueco, porque todos los álbumes son iguales.

lunes, 25 de agosto de 2008

a trasmano





Cruce de caminos, centro de comarca. Vida de mercado. Con su Catedral, su Univeridad, sus personajes ilustres. Prerromana primero, luego viva en todas las culturas a través de los siglos. Y hoy... a trasmano del viaje apresurado o presuroso
Guardiana de luz de ámbar y especias.




Como la nieve fluye y va sonora
de haber sido silencio, así mi olvido
de las cumbres del ser en que ha dormido
baja al tiempo natal y fluye ahora.

Ya es celeste el hollín en la herrería
y el chirriar de la rueda con estopa
del cordelero y riza la garlopa
una miel inmortal de todavía.

Vuelve la yunta de ganar el valle
con su lanza arrastrada y la campana
vuelve a pasar entre la luz y el puente.
Vuelve el mercado a empavesar la calle
con soportales. Vuelve todo y mana
el para siempre ayer eternamente.

Dionisio Ridruejo, El Burgo de Osma

lunes, 18 de agosto de 2008

sin señalizar



Hoy llegamos motorizados a pie de obra. Y aun así, quedamos encantados con lo que a nuestros ojos se descubre. Pero lo que ahora consumimos a ritmo de fast food, formaba parte de un viaje más prolongado y supongo, más sabroso. Remito por ello a las palabras de Manuel Gómez Moreno, uno de los padres de nuestra historia del arte, quien se permite ir más allá de los secos análisis científicos al describir el ambiente y el entorno… y quien añade hasta información propia de una guía de viajes. Porque la señalética es parte del paisaje desde hace muy poco.

“El camino para ir allí desde León ofrece algunas dificultades, por no ser transitable para coches desde que se aparta de la carretera, al pie de la meseta de Lancia. Ha de irse pues, a caballo, o bien seguir adelante en coche hasta pasado el puente de Masilla, y luego, a mano izquierda, por otra carretera que bordea la orilla izquierda del Esla, hasta llegar a Villamondrín, frente a Escalada. La excursión ha de hacerse durante un día… porque no hay alojamiento alguno y para obtenerlo habría que llegar hasta Gradefes o hasta Mansilla.
El edificio existe en un rellano, por encima del camino que va a Rueda del Almirante, dominando la amplia vega del Esla, de cara la sol y dispuesto a media ladera de un pelado cerro, que antes llevó encinas… Del claustro y viviendas monásticas no quedan ya ni aun los tapiales que fotografías antiguas acusan; a la espalda, contra el muro septentrional de la iglesia, van aglomerándose las arcillas del monte, arrastradas por la lluvia, y una soledad absoluta la envuelve...”

Manuel Gómez Moreno, Iglesias mozárabes

martes, 12 de agosto de 2008

quien te ha visto...

Es difícil escapar del culto a las ruinas. Tal vez sea por lo que las reconstrucciones históricas de Robert Graves me enganchan, desde su ausencia de melancolía y énfasis. Porque suenan reales, directas. Y más creíbles.
A veces olvido que en estos espacios consumidos hubo una vida original, contemporánea a su gloria, ajena al expositor en que hoy se ha convertido.
Las labores del hombre -piedra sobre piedra- están barridas. Pero las colinas de Roma permanecerán, prácticamente inalteradas, tranquilamente indiferentes.



“En Roma vivíamos en una enorme casa que había pertenecido a mi abuelo, y que éste había legado en su testamento a mi abuela. Estaba ubicada en el monte Palatino, cerca del palacio de Augusto y del templo de Apolo construido por Augusto, donde estaba la biblioteca. El monte Palatino dominaba la plaza del Mercado. Bajo la parte más empinada del risco se hallaba el templo de los Dioses Gemelos. El aire era más saludable en la colina que abajo, en el hoyo junto al río”.

Robert Graves, Yo, Claudio

jueves, 7 de agosto de 2008

descubrir américa




Navegar. Tantos grados con tantas acepciones. Con este calor que hace estragos. En vísperas de la Virgendeagosto se desmadeja el santoral. Santo y seña. Nuevo rumbo.

medida la Pinta,
cuerpo y espuma la Niña
patente de corso la San…

lunes, 4 de agosto de 2008

todo fluye

Entre el agua y el alcohol el clochard Andreas resurge en retazos de vida pura y limpia. Un camino de santidad desde la penumbra del puente hacia la claridad contenida en la botella.
Al otro lado de los otros hombres, sumido en el delirio, allí ... allí nada permanece.


“Un atardecer de la primavera de 1934, un caballero de edad madura descendía por las escalinatas de piedra que, desde uno de los puentes sobre el Sena, conducen a la orilla. (…) allí suelen dormir, o, mejor dicho, acampar los clochards de París.
Andreas se levantó más temprano que de costumbre, pues había dormido insospechadamente bien ... buscó un punto bastante solitario de la orilla del Sena, para lavarse por lo menos la cara y el cuello. Mas como le parecía que en todas partes podía haber personas, personas desgraciadas como él mismo, personas que podían ver cómo se lavaba, renunció por fin a su propósito y se contentó con sumergir sus manos en aquellas aguas ... y se sintió completamente limpio y como transformado”.
Joseph Roth, La leyenda del Santo Bebedor