vividos, viajados o sencillamente imaginados






viernes, 20 de junio de 2008

la inocencia es ciega (a veces)





La piedra más antigua de Salamanca anuncia el reflejo dorado de la ciudad. En un arranque de afecto, a este toro del campo charro lo han cogido en volandas para ser ofrendado en un altar de diseño. Así las cosas hoy Lázaro no hubiese espabilado, al menos de esta forma:

"Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo:
-Lázaro; llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada y díjome:
-Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño dormido, estaba".

Anónimo, Lazarillo de Tormes

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Aprender de la mala leche ajena.