vividos, viajados o sencillamente imaginados






jueves, 5 de junio de 2008

aquí, de nuevo



Desde hace unos días Granada vuelve a tirarme sus granos a la cabeza. Debe ser que aún no está decidido si este año pasaré por allí, como procuro hacer cada año. No creo que sea culpa del libro de Potocki, de este tiempo atrás, por insinuarla. El caso es que no se trata de una sensación melancólica. Nada de "llorando por Granada", de aquellos Puntos que me encantaban de niña. Pero sí que se notan las ganas de verla. Así que de momento, mientras fantaseo al pensar que me está esperando, pues me tomo una Alhambra bien fresquita, y que sea por Granada.




Esta vez por una Granada que va más allá del tópico en el que a veces caemos, incluso con auténtico placer. Ángel Ganivet pregunta (de esto hace más de cien años) por la coherencia de las ciudades, por el equilibrio entre tradición y modernidad. Porque en las ciudades, sin negar que son hijas de su tiempo, también el tiempo debe dejar su huella. Los resultados son múltiples: un lifting que desvirtúa el natural del rostro que le dio fama, una cirugía agresiva que parece hecha a mala leche, o los discretos ciudados de quien sabe envejecer.



“Yo no comprendo cómo la casa de pisos ha podido sentar sus reales en nuestra ciudad; cómo la portería ha matado el patio andaluz; cómo las salas bajas se han transformado en portales de comercio menudo, obligando a los ciudadanos a pasar los meses de calor en los pisos altos, en ropas menores. La culpa no es de los arquitectos, que en nuestra época, más que hombres de ciencia o de arte, son acomodadores. El problema que se les obliga a resolver no es estético, ni siquiera higiénico; se les pide que construyan casas que cuesten poco y que den mucha renta, y para ello no hay otro recurso que encasillar muchas personas en muy poco terreno. Y lo peor no es lo que se ve, sino lo que se prevé que ha de ocurrir; porque, marchando contra la evidencia, nuestra sociedad ha condenado ya al desprecio la casa antigua, libre y autónoma, y ha decidido que lo elegante sea el piso a la moderna.”

Ángel Ganivet, Granada la bella

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya lo dice la canción: "una morena y una rubia..." Si la rubia quita la sed ¿qué quita la morena enfrente de Sierra Nevada?

Anónimo dijo...

... el hambre, luego el "sentío".