vividos, viajados o sencillamente imaginados






jueves, 8 de mayo de 2008

cuentos para salir del paso

Cada cierto tiempo vuelvo a estos parajes de la niñez. Por entonces para llegar a La Carolina (aún era La Peñuela en la época en que se ambienta el libro) había que soportar eternas caravanas de camiones, imposibles de adelantar en el tortuoso paso de Despeñaperros. Mientras miraba las extrañas formas de la montaña, me acompañaban los bandoleros, el Salto del Fraile, el castillo de las Navas de Tolosa en forma de breves cuentos que según escuchaba se instalaban en el terreno de mi fantasía.
Por eso Jan Potocki hoy me parece el eco de aquella voz familiar cuando me narra, en el mismo escenario, nuevas historias extraordinarias.


“El conde de Olavídez no había establecido aún colonias de extranjeros en Sierra Morena; esta elevada cadena que separa Andalucía de la Mancha no estaba entonces habitada sino por contrabandistas, por bandidos, y por algunos gitanos que tenían fama de comer a los viajeros que habían asesinado. De allí el refrán español: Devoran a los hombres las gitanas de Sierra Morena. Y eso no es todo. Al viajero que se aventuraba en aquella salvaje comarca también lo asaltaban, se decía, infinidad de terrores muy capaces de helar la sangre en las venas del más esforzado. Oía voces plañideras mezclarse al ruido de los torrentes y a los silbidos de la tempestad; destellos engañadores lo extraviaban, manos invisibles lo empujaban hacia abismos sin fondo.

A decir verdad, no faltaban algunas ventas o posadas dispersas en aquella ruta desastrosa, pero los aparecidos, más diablos que los venteros mismos, los habían forzado a cederles el lugar y a retirarse a comarcas donde no les fuera turbado el reposo sino por los reproches de su conciencia, fantasmas estos con los cuales los venteros suelen entrar en componendas”.

Jan Potocki, Manuscrito encontrado en Zaragoza

4 comentarios:

rubén dijo...

Hace tiempo que quiero poner una cita de este libro. Me ha gustado encontrarlo por aquí.

Anónimo dijo...

El nombre Despeñaperros es duro y asusta. Las caídas de la montaña son de verdad de cuento.

Anónimo dijo...

Desde que desdoblaron la Carretera de Andalucía (ahora A-4), Despeñaperros ya no es lo mismo. Bueno, nos queda una paradita en Casa Pepe, todo un museo de otros tiempos. Alguno se quedaría acojonado si nadie le avisa de antemano.

Anónimo dijo...

JA JA JA. Lo de Casa Pepe sí que es una leyenda viva (o un cuento de miedo, según se mire).