vividos, viajados o sencillamente imaginados






domingo, 6 de abril de 2008

la maleta

Sé que no he llegado tarde a Praga, aunque hace tiempo que inicié este viaje. Hoy alcanzo destino, traigo más cariño que equipaje. Merece la pena: Praga tiene una piel delicada y perceptiva. Sensible al tacto del hombre. Como un taxi, casi sin dar la dirección, sabe a dónde dirigir nuestros sentidos.



“Ayer mismo había tenido miedo de que, si la invitaba a visitarle en Praga, viniera a ofrecerle toda su vida. Cuando ahora le dijo que tenía la maleta en la consigna, se dio cuenta de inmediato de que en esa maleta estaba toda la vida de ella y de que la había dejado momentáneamente en la estación antes de ofrecérsela.
Cogió el coche que estaba aparcado delante del edificio, recogió la maleta (era grande y enormemente pesada) y regresó a casa, con la maleta y con ella”.

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser

4 comentarios:

Anónimo dijo...

cogiste la maleta, y sin decir adios, ay que dolor, ay que dolor, ay que dolor

rubén dijo...

Recuerdo perfectamente el fragmento. Es uno de los que se me quedaron prendidos tras leer el libro.

Anónimo dijo...

Menudo lío. ¿La invitó o no la invitó? ¿vino o no vino? ¿le llamó desde la estación o se vinieron sin maleta? ¿se trajó la maleta y a la chica? ¿ya llevaba a la chica cuando fue a buscar la maleta? ¿qué tiene la maleta? ¿el expediente académico, las pertenencias, el currículum, los antecedentes... de ella? ¿tendrá sitio en casa para colocar la maleta? Qué lío de maleta y de amigos, amantes o lo que sean. Insoportable, verdaderamente

Anónimo dijo...

Muy bueno, anónimo. Insoporable el peso de la maleta. Devuélveme "los amores ridículos" y ya-pensaremos-algo con todo lo demás. Risas y besos.